La intención de celebrar el 1 de octubre el referéndum que daría el pistoletazo inicial a la “desconexión catalana del Estado Español” sigue en pie, aunque a tenor de como pregonan la fecha algunas cadenas generalistas tipo Tele 5 (en el más puro estilo “Sálvame” con cuenta atrás y voz engolada repitiendo “Faltan 30 días...” mientras la música de fondo crece) parece evidente la intención del Poder de convertir la convocatoria en un sainete, transformando la propuesta en una humorada.
Quienes desde siempre hemos defendido el derecho de los pueblos ( lo que incluye al catalán) a la Autodeterminación y creído que la salida más lógica hubiese sido propiciar un referéndum como los celebrados en Canadá o Escocia- convencidos de que en un clima de sosiego y reflexión la mayoría ciudadana no optaría por la Independencia sino por una nueva lectura de las relaciones pero dentro del mismo Estado- asistimos tristes y estupefactos al triunfo de la banalización, del trazo grueso y la política irreflexiva convertida en espectáculo.
Desde el Sur intuyo que la propuesta nacionalista de crear un nuevo estado lleva adosada una alta carga de huida hacia delante (en el refranero todo un clásico “a la fuerza ahorcan”) bajo la coartada de que no hay quien aguante a España. Confunden intencionadamente la parte con el todo.
Pero olvidan una premisa esencial: salvo sus huestes y los cuñados de Ciudadanos, el resto -que somos mayoría- también queremos salir corriendo del hedor que transpira el sobaco del PP a España casposa, bolas de alcanfor, cerrado y sacristía, corrupción sin freno, fundamentalismo católico...
Porque sufrimos el Franquismo con más intensidad, sabemos que el falangismo de bigotillo atusado y brillantina, camisa azúl mahón sustituida por pulserita, corretaje, chulería y prepotencia ha vuelto.
De momento en modo “pose y palabras”, sin recurrir aún a la “dialéctica de puños y pistolas”, pero viendo cómo – por poner dos ejemplos recientes- han crucificado en las redes sociales a toda la comunidad musulmana por el atentado de Barcelona o a Alberto Garzón por su boda (¡Qué atrevimiento poner jamón y langostinos en un convite! ¡La primera vez que se ha hecho ese dispendio en la historia del país!), no hay duda de hacia dónde apuntan. Por eso es insolidario y de muy mal gusto que l@s catalanes de izquierdas quieran tomar las de Villadiego para dejarnos al resto con esta jauría.
En mi paisaje sentimental la palabra “Cataluña” va unida irremediablemente a una infancia de barrio de aluvión en un pueblo del Bajo Llobregat donde recalamos los trasterrados de muchos pueblos agrícolas de Córdoba. No voluntariamente, sino porque la bota del señorito latifundista nos negó el futuro y la dignidad. Allí, una Babel de obreros andaluces, extremeños, murcianos, gallegos...convivimos entre pintadas, cortes de carreteras, huelgas y furgonetas de grises en el Tardofranquismo. Y bebimos de un “PSUC de la vida” con mayoritario acento no catalán que nos servía de pegamento y espacio de libertad.
Algunos – pocos- vecinos de la pequeña burguesía catalana cantaban “Els Segadors” pero sin descuidar sus negocios con el resto del Estado. Nosotros, más de "L'Estaca", respetábamos del cántico “Llibertad, Amnistía, Estatut de Autonomía” el tercer concepto, pero el acento y el corazón lo poníamos en los dos primeros.
Por ello desazona pensar que puede hacerse añicos un espacio común porque los maquinistas de dos organizaciones que supuran Corrupción han apostado por el choque de trenes con la esperanza de que harán descarrilar los vagones contrarios y de camino hacerse olvidar sus latrocinios por envolverse en la bandera patria “que todo lo tapa”.
Los Puigdemont y los Rajoy han cambiado el debate por el choque de cuernas, laminando cualquier análisis y así sustituir a la Ciudadanía crítica por una masa de forofos enfervorizados a los que piden el apoyo incondicional. Como si se tratase de las hinchadas de un clásico Madrid-Barça, incapaces de ver cualquier jugada de mérito en el contrario. Basta con cotejar el tratamiento “oficial” que sale de TVE. No tengo la menor duda que TV3 será el espejo contrario.
Y cuando escucho a compañer@s de la CUP con los que coincido en muchos planteamientos políticos, económicos y sociales, me asalta una duda: ¿Cómo construirán una nación solidaria, social y avanzada de la mano de quienes tienen todos los dedos llenos de ampollas por la fuerza que durante años han utilizado al trabajar con las tijeras de los recortes?.¿ Cómo pueden legitimarse las tropelías de los herederos del “nada honorable” Pujol?.¿ Como olvidar que “del president abajo”, tod@s sabían?
Frente a los que dinamitan pilares de convivencia construyamos puentes. Lo más sensato hubiese sido quitarle al referéndum la carga trágica y haberlo dejado en lo que siempre debió ser: la expresión de la voluntad popular.
Aunque solo fuese por instinto de supervivencia deberíamos tener como objetivo político parar a los yihadistas españolistas que un día sí y al otro también sueñan con poder volar el Nou Camp cada vez que ondee una “estelada” y a los yihadistas catalanistas que gritan “España nos roba”, mientras marchan codo a codo hacia el nuevo paraíso al ritmo marcado por esos angelitos de la antigua CiU que tras décadas de gobierno no fueron capaces de hacer una cuenta si no sumaban al final un 3 ó un 5% más.
Nuestra propuesta debe beber de la fuente de un gran catalán, Pi y Margall, para repensar un nuevo país que invariablemente pase por una República Federal en la que todos los pueblos y nacionalidades se sientan a gusto.
Retomar la idea de España-nación con un fuerte componente Ético y Social en sus Instituciones públicas que de camino logre cambiar la forma del Estado por la desaparición de la Monarquía.
La consigna hueca, la loa a vísceras y testículos, viene siempre acompañada de Fascismo. A los que nos convertimos en sus víctimas nos importa un bledo que éste sea centralista o periférico. Los dos laminan.
Para los políticos que todo lo reducen a estadísticas: ¿Sobre qué porcentaje de derechos pisoteados está permitido construir una nación? O ¿Sobre cuántas vidas truncadas por los desahucios, precariedad, perdida de libertades... puede mantenerse el actual Orden?
Ni el bando del PP y sus cómplices ni el de CiU y los suyos representan a la mayoría de Cataluña. Sería un trágico error olvidarlo y dejarles la cancha libre. Lo siento, hoy no sirve de coartada hablar de Venezuela.