Tal como hemos mantenido en artículos anteriores, cada día es más evidente la intención del Poder Real de acabar - toda su artillería sobre la mesa- con la presencia en el Gobierno de Coalición de Unidad Podemos. Basta rescatar la mirada de zoólogo y observar el comportamiento desde que se inició la Pandemia de sus animales -políticos- de compañía.
Los gruñidos que salen de la cochiquera, el refocile mientras se revuelcan en el barro de la insidia, el devorar con fruición noticias falsas, el esparcir con el hocico la basura, no distingue lagaretas.
El mismo soniquete de alegría desprenden los comunicados de grupos “think-oink” conservadores que las declaraciones a toda pezuña de ejemplares pseudo-progresistas (galardonados hace décadas con la medalla de oro en los Concursos Nacionales (de Ibéricos) hoy paseantes de su decadencia por cualquier micrófono abierto.
"Echar a los rojos" es siempre punto de acuerdo unánime cuando coinciden en El Pozo,Campofrío y demás grandes mataderos donde asientan los jamones engrasados en las puertas giratorias.
Al devorar “Rebelión en la Granja” de Orwell se volvieron “fans” furibundos de Napoleón y Squealer y quisieron ser como ellos de mayores. Pese a ser raza enana (göttingen minipig y vietnamita barrigón) , no berkshires, les unía su odio a cualquier Snowball. En los ochenta-noventa del siglo pasado el arquetipo odiado llevaba barba califal y acento sureño, no coleta como el de hoy. Pero la inquina es la misma pese a las décadas transcurridas si se cambia el acoso desde "El País" por el de "OK Diario" u otra excrecencia similar.
¿Por qué la aversión? Porque al mirar a los Snowball les devuelven -espejo inverso- la imagen de su entreguismo. Siempre dispuestos a hozar buscando trufas que se comerá el amo a cambio de una palmada y un corazón de manzana semipodrido.
Decía León Felipe en su poema “Sé todos los Cuentos”:
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.
Y tenía razón. Nos han dormido con todos los cuentos. El último nos lo contaron con la crisis/estafa de 2008. Recuerda: había que remar y sacrificarnos -nosotros, no ellos- para que el (su) modelo social no se hundiera, acatar sin rechistar los “diktats” de la Troika, recortes y asaltos a la Constitución o rescatar el sistema financiero a costa de la sangre de los desahucios, el sudor de un sueldo reducido a la subsistencia y las lágrimas de no poder garantizar un futuro mejor a los hijos. Todo pronunciado con el aploma que utiliza el vendedor de humo para pregonar los milagros de un sueño falso. Y coló.
Entonces no había que preocuparse por quien pagaría por ejemplo los 60 mil millones de euros del rescate bancario ni calculaban cual sería el coste social de intentar proteger a los damnificados. Se contestaba fácil a las dos partes de la pregunta. La primera: lo pagaríamos todos. La segunda: Coste cero porque no habría protección social.
Y eso sí, a cambio habría caridad mucha Caridad.
Porque aquí está la clave de bóveda que explica el encono a la presencia de Unidas Podemos. Ellos, malvados pero inteligentes -bueno con excepciones tan llamativas como la “portavox” Olana y otros “portacoces” similares- saben de sobra que las propuestas sociales aprobadas desde el Gobierno no cambian ningún régimen, alteran el status o poner en marcha una revolución, pues son medidas paliativas.
Pero agitan el espantajo “bolivariano-comunista” porque las actuaciones gubernamentales los dejan por lo pronto sin coartada. Y saben que si se enciende una bombilla en las cabezas de los afectados, y se extienden los efectos de " proteger a las personas antes que a los intereses macroeconómicos " en el tiempo, el personal no va a consentir tan pasiva y alegremente - como antaño- los recortes de sus derechos en Sanidad, prestaciones, trabajo.
Para el Capital, cualquier conquista social, por nimia que sea, siempre se transforma en “lucro cesante”.En el arqueo nunca ve personas sino yacimientos de negocio.
Si les quitas la coartada se rompe el circuito clásico de nuestra Historia. Como decía el liberal decimonónico mexicano Ignacio Paulino Ramírez Calzada1 describiendo a un financiero de la época:
Y de esto se trata. Primero crean la pobreza para proceder después al reparto de la limosna. De forma discrecional (no discreta, ¡que se pregone la filantropía por los medios de difusión!), es decir beneficiando a quien se someta y canalizando la dádiva a través del brazo armado eclesiástico. Así de camino se justifica su existencia mientras le agradecen los servicios prestados en el control de mentalidades. Pero dejando claro siempre que se trata del óbolo de San Pedro y nunca de un derecho. Menos uno amparado por la Constitución que nunca leyeron.
De ahí el intento de ridiculizar por quienes tienen las espaldas cubiertas -económicamente hablando - para siete vidas. Por eso hablan de "paguitas" y patrocinan el concurso “ A ver quien dice la necedad más gorda”. Hasta el momento lo gana el twitt del millonario-bromista Jesús Encinar (El Idealista). Pese a la semirectificación del " lo que yo digo" la estupidez sigue siendo mayúscula.
El problema de la presencia de UP es que pueda señalar otro camino distinto al siempre recorrido por el Estado en tiempos de crisis. Y si ayuda a quitarse a los españolitos las orejeras, éstos pueden terminar esquivando las mismas piedras donde siempre se tropieza.
Y si encima impiden que abran las puertas del cielo gracias a las buenas obras...No hay derecho de negar a quienes consienten necesidades o hambre y alentan la Injusticia social, la tranquilidad de conciencia de una “limosnita”. Esa sí trae diminutivo histórico.
Nada mejor, abreviando, que nuestros clásicos. Ahora Rafael Alberti:
Lo dicho. Otro día hablamos de Privatizaciones y Residencias de Ancianos. Para que se nos caiga la cara de vergüenza -como Sociedad- por lo que se ha hecho y consentido.