En el Colectivo Prometeo compartimos una certeza: las elecciones por si solas, sea cual sea su ámbito, ni son la panacea ni arreglan nada. Al contrario.
Para conseguir revertir la situación que nos machaca, la única salida es la respuesta ciudadana, la articulación de resistencias que, desde Stop Desahucios a Gamonal, pasando por las Marchas de parados de Murcia o Barcelona y los campamentos / acampadas de Mérida o Córdoba (el listado no es exhaustivo, es la enumeración cariñosa de compromisos conocidos), reivindiquen la dignidad individual y colectiva como antídoto a la crisis en que nos ha instalado el sistema. En definitiva, que nos neguemos a representar el papel de esclavos que nos quieren hacer interpretar.
En la misma línea se ha pronunciado la Asamblea Constituyente y, posteriormente, la Mesa Estatal del Frente Cívico “Somos Mayoría”. Los términos de su comunicado despejan cualquier duda.
Y en las Marchas convocadas en todo el Estado que culminarán el 22 de Marzo en Madrid tenemos una excelente oportunidad de visualizar la respuesta.
Como grupo de pensamiento y debate aún no hemos realizado la reflexión habitual que ponemos sobre la mesa en los procesos electorales. Por tanto las líneas que siguen son elucubraciones personales. Reflejan mi sentir.
Desde hace unos días estamos conociendo distintos posicionamientos de lo que se puede considerar el “mundo político de la Izquierda” cara a las elecciones al Parlamento Europeo que se celebrarán entre el 22 y 25 de mayo de 2014.
La primera ficha la movió la presidencia federal de IU el sábado 11 de enero dejando abierta la posibilidad de elegir una cabeza de lista por un sistema más abierto con el objetivo de intentar incorporar a otras fuerzas y movimientos sociales. La siguiente la ha puesto en la mesa el profesor Pablo Iglesias.
Más que los posicionamientos me ha llamado la atención las reacciones leídas en los foros de Internet. Me llevan a una conclusión pesimista: como no seamos capaces de romper el cainismo que nos suele nublar la visión (“cuerpo a tierra que vienen los míos”) difícilmente podremos construir una alternativa unitaria que frene, en el ámbito institucional, el orden impuesto por los poderes oligárquicos europeos, entre los que -no olvidemos- también se encuentra la oligarquía española.
Ignoro si IU hará un “casus belli” del “derecho” a que Willy Meyer (588.248 votos y porcentaje del 3'71 en las elecciones de 2009) encabece la lista donde la Federación figure. O si Pablo Iglesias solo intenta aglutinar el voto a la izquierda de IU. Por lo que he podido escucharle, su discurso e intenciones tienen poco que ver con lo que se está publicitando negativamente por algunos.
Pero puedo aventurar un pálpito: si queremos vencer el miedo que le podemos dar a otros debemos empezar venciendo -además de la resistencia de aparatos y allegados que prefieran hacer caja antes que contribuir a generar una sociedad contestataria- nuestros propios miedos,.
Y un vaticinio: una operación electoral que pretenda aglutinar a la Izquierda y no incluya a IU está condenada al fracaso y mantendrá la fragmentación. Una parte del electorado votará a las siglas y otra se quedará en su casa. Pero a la vez si IU considera que lo primero es garantizar la cabecera de Meyer y luego pedir a los demás que se sumen, no se está enterando del actual clima político-social.
Un sector muy importante de la ciudadanía no quiere (queremos) participar en otra operación que al final quede en cambalache de sillones tipo Andalucía y por unas migajas le vuelva a dar el oxígeno que no se merece al PSOE. Para que los poderes fácticos mantengan cómodamente el bipartidismo juancarlista.
Si se consiguiera aglutinar a un 20% de los votantes seria algo más que ruido de fondo; si se tuviera un 25%, se impondría respeto. Más allá de esa cifra, empezarían a cambiar los miedos de sitio.
No olvidemos que somos un país dónde la mayoría nos consideramos capacitados para hacer excelentes alineaciones de fútbol o arreglar el mundo en la barra de un bar. Por lo tanto, también llevamos en el corazón los colores de nuestro candidato ideal. Yo incluido. Pero lo que a éste le pediría como ciudadano nunca lo haría como amigo.
Por eso es tan difícil hilvanar una lista conjunta. Si se pretende que cuaje un movimiento de unión debe empezarse por dar la palabra al mayor número de personas y que los que puedan servir de pegamento social escuchen antes la voz de la ciudadanía que el ruido de sus tripas. Sería el tiempo de la generosidad, del “agrupémonos todos”.
E iría acompañado de un perfil que impregne toda la candidatura: austeridad, capacidad, honradez. Con unos componentes cuya credibilidad les permita vendernos coches usados sin que desconfiemos cada vez que arrancamos el motor. Con visión de futuro aunque los detractores los tachen de visionarios. El tiempo pone a todos en su sitio. Que se lo digan a Julio.
Y por supuesto, conociendo el riesgo que supone primar tanto la presencia en las instituciones (“institucionalitis pragmática”) que terminas provocan la desmovilización de los tuyos. Teniendo muy claro que las elecciones son un complemento vitamínico que no puede nunca sustituir a la comida.
Sabiendo que no nos servirá de nada ocupar sillones si detrás no se tiene a un pueblo movilizado que empuje y exija.
Añadir nuevo comentario