Pese al ruido mediático (algunos plumillas en lugar de periodistas parecen bombos de las argentinas "barras bravas") interesadamente generado alrededor de las rancias afirmaciones de Casado , siempre envueltas en la fragancia Racismo/ Intolerancia tan cara a la Derecha hispana, la última ocurrencia patriotera de la Arrimadas de turno envuelta o no en bandera rojigualda o el alarmista grito “¡Que viene el Lobo/ Vox!” convendría que no perdiésemos de vista un hecho incuestionable de nuestra Historia: El Franquismo no ha vuelto en 2018 porque siempre estuvo aquí.
Es verdad que lo hizo con un tic vergonzante en los años siguientes a la desaparición física del asesino general, lo que no impidió el 8'3 % de la Alianza Popular de Fraga ni que 13 de sus 16 diputados fuesen exministros del dictador. También con altas dosis de cinismo en los flamantes conversos a “demócratas de toda la vida” lo que les llevaba a la esquizofrenia de dar por superada -eso sí, sin condenarla nunca- la Dictadura en declaraciones públicas mientras hacían profesión de fe (el clásico “Franco hizo muchas cosas buenas”) en el ámbito privado.
Mantuvieron mal que bien el disimulo hasta el acceso al poder en 1996 del ya Partido Popular. Lo que era compatible con la irrupción en alguna convocatoria electoral de "versos sueltos" tipo Fuerza Nueva que en 1979 obtuvo en la capital del reino 110 mil votos, casi el 5% y 1 diputado. Gente suficiente como para llenar la Plaza de toros de Vista Alegre. Nada nuevo bajo el sol.
El debate en ellos nunca fue existencialista pues como las meigas “haberlos haylos”, sino si debían presentarse al juego electoral en fórmula binaria/trinitaria (PP/Ciudadanos + el absceso de Vox) u optar por la unitaria.
Por ello en estos 22 últimos años nos suministraron un continuo goteo de medidas con la intención nada oculta de “blanquear el Franquismo”. Y fomentaron como elemento esencial el Olvido y la Desmemoria.
La combinación de silencios e iniciativas legales ha ido taladrando voluntades. Como ariete han utilizado las herramientas que están a disposición de los gobernantes cuando ocupan el Poder en todos los niveles. Esto les ha permitido desarrollar sin mesura leyes (Mordaza, Lomce, Pensionazo... las hay para todos los gustos y tropelías) que desembocaban en un objetivo final: conseguir la total hegemonía del Capitalismo especulativo a ser posible contando con el aplauso/aquiescencia o al menos silencio de la inmensa mayoría social, víctima a su vez de las medidas aplicadas. Y si para lograrlo ha hecho falta vaciar de contenido la teórica Carta Magna, con la excusa de la imposición de Europa o que algunos artículos, como en la novela de Rayuela los capítulos, eran prescindibles, se ha hecho sin remordimientos.
Nada es gratuito ni ocurre por casualidad al menos en Política. Un elemento clave para lograr los propósitos ha sido fomentar en amplios sectores el colaboracionismo, el silencio cómplice, la falsa equidistancia. Otra vez topamos con el "nada nuevo" .
Un ejemplo: si en el análisis histórico se pone el foco en el nombramiento de Hitler canciller el (casi) mediodía de un infausto 30 de enero de 1933 y se olvida la connivencia de Hindenburg o del nacionalismo conservador germano que lo hizo posible, se contribuye al falseamiento de lo acontecido al entrar en el campo de las medias verdades y del tópico repetido hasta la saciedad: “Los nazis llegan al Poder con la mayoría de votos”. Sí, pero no.
Es verdad que en las elecciones generales de julio del 1932, obtuvieron 13 millones de votos, el 37,4%, con 230 diputados. Pero también que en las siguientes y últimas libres -noviembre del mismo año- bajaron al 33% perdiendo más de un millón de votos y 34 diputados. Y esa caída podría perfectamente haberse agudizado si no le hubiesen entregado al cabo loco el Poder envuelto en papel de regalo y con él permiso para todas las tropelías.
Para lograr que se impongan y enraícen leyes liberticidas o negadoras de derechos, ha sido necesario además del brazo ejecutor de los partidos del Sistema, la aquiescencia de una legión silente más preocupada de mundiales, europeos y saraos deportivos que del deterioro extremo de sus condiciones laborales.
"Mutatis mutandi” cuando un liberal tan típicamente español como Santiago Abascal (sueldo de político con cargo al erario público desde el primer diente de leche y momentos tan “sublimes y patrióticos” como cuando su “Fundación Para el Mecenazgo y el Patrocinio Social” recibía cada año de la Comunidad de Madrid 180 mil euros de los que se embolsaba 82 mil de salario [elpais.com/]) proclama sin rubor en nuestros días “El PP y Cs son cobardes, el Gobierno un traidor y Podemos el enemigo de la Patria” está claro que los capataces del Poder están cumpliendo la orden de desempolvar el discurso Franquista de la anti-España. Ya se sabe, aquel donde todas las culpas recaen en una conspiración “judeo-masónica- bolchevique" rompedora del tarro de las esencias.
Si en la Izquierda podemos tener una certeza es que el cuestionamiento de nuestros puntos de vista no vendrá nunca en un debate serio sobre derechos sociales o realidades económicas. Cuando éste se produce crecemos. Y lo saben.
El peligro nos viene cuando en lugar de discutir realidades y proponer alternativas nos hundimos en las arenas movedizas del universo sentimental, en la trampa de centrar el debate alrededor de un relato mítico que dibuja una Patria en peligro y a punto de romperse." Manda güevos" - expresión testicular que tanto les gusta- ver hoy a los más firmes aliados del actual Sistema expandiéndose electoralmente (Estados Unidos, Centroeuropa, Alemania, Francia, Italia, Brasil...) utilizando para ello un discurso anti-Sistema tan primario que no resiste un mínimo análisis. Lleno de significantes vacíos y lugares comunes pero cuidándose mucho al ladrar de no morder la mano del amo.
Lo mismo que a nosotros nos funciona la fórmula de poner sobre la mesa para combatirlos, desahucios, precariedad o deterioro de los servicios públicos a ellos les viene como anillo al dedo simplificar el conflicto. Cuanto más odio al diferente y más banderas en los balcones menos cuestionamos privilegios hirientes o realidades injustas.
En el país del “no soy racista, intolerante, machista, clasista, corrupto... PERO...” sabemos bien que tras pronunciar la conjunción no matizamos, ni contradecimos un poco, sino que al terminar la retahíla de “peros" hemos construido una enmienda a la totalidad. Por eso es vital para la Izquierda no perder nuestro Norte por entrar a todos los trapos / discusiones bizantinas que el Poder agita ante nuestros ojos.
No es derrotismo reconocer que en frente tenemos un rival poderoso que no oculta su intención de anularnos a la mínima oportunidad que ofrezcamos. Y que intuye un buen filón si a las clases populares les inocula altas dosis de intolerancia y las orienta en la búsqueda de un enemigo común. Hoy los catalanes (sin que esto minimice la gran parte de culpa que en el aumento de la crispación han tenido quienes intentan la ensoñación de “construir un nuevo país” imponiéndoselo a la fuerza a la mitad de los habitantes que se oponen al proyecto). Mañana los inmigrantes. ¿Pasado los “enemigos de la Patria”?
Por ello es necesario -además de combinar paciencia y didáctica- predicar con el ejemplo. Uno de los elementos positivos del reciente acuerdo para los Presupuestos de 2019 alcanzado entre el gobierno Sánchez y el grupo parlamentario de Unidos Podemos, ha sido el de introducir en el crispado debate político lo concreto, lo cotidiano, desde el aumento del salario mínimo a la revisión de las pensiones pasando por la cobertura a los parados mayores de 52 años y dejar a otros el humo de la «identidad».
No estamos ni ante una panacea ni ante el bálsamo de Fierabrás pues los condicionantes propios y de la burocracia UE reduce al mínimo el campo de acción disponible y por supuesto entendemos que el acuerdo alcanzado es muy mejorable y en él faltan propuestas esenciales sobre Banca, Fiscalidad progresiva, gastos sociales...
Pero ha tenido la virtud de trazar unas líneas rojas que no podemos saltar sin arriesgarnos a quedar desdibujados. Frente a Xenofobia y Odio, Inclusión y Recuperación de derechos. Usemos por una vez la fuerza de lo simbólico a nuestro favor: invirtamos, frenando la agresión y mejorando algunos aspectos, el continuo retroceso en derechos. Neguemos la mayor, esa idea inyectada por el Sistema de que el único camino posible es el trazado por él. Explorar otras vías, aunque tengamos la corazonada de que los hoy coyunturales compañeros de viaje nos dejarán en la estacada a la mínima oportunidad que se presente.
Buscar la transversalidad es incorporar a nuestras posiciones a sectores que antes despreciaron nuestro discurso por etéreo o considerarlo ajeno a sus intereses vitales, no es renunciar a la identidad propia para sumarnos con armas y bagajes a un espacio ambiguo.
¿Cómo sabemos cuándo se acierta?: Calibrando las reacciones. Si nuestras propuestas reciben críticas entre espumarajos y los vocingleros de la Derecha recuperan la letanía de las plagas bíblicas que asolarán España, se ha dado en el blanco.
Si al contrario reciben elogios desmedidos, es hora de plantarse, como hizo el socialdemócrata alemán August Bebel ante las loas que le llegaban de las bancadas conservadoras y reconocer en voz alta: «¿Qué has hecho viejo imbécil que la canalla te aplaude?»