Manuel Guerrero Cabrera
No news. Good news dice una conocida máxima del periodismo, que en román paladino, es decir, en lo que todos hablamos es «Sin noticias. Buenas noticias». Sin embargo, esto no parecen llevarlo a cabo los periodistas deportivos que en la prensa escrita (y en la virtual en algunas ocasiones) y, sobre todo, en las televisiones abordan «noticias», entre comillas, de dudoso interés.
Respecto a la prensa escrita, el deporte suele ocupar tanto como la noticia del día y el doble que las dedicadas a cultura.
En cuanto a la televisión, donde ya tienen una sección fija entre diez y quince minutos en los telediarios, los ejemplos son más claros: en estas fiestas pasadas alguna que otra cadena ha emitido reportajes de futbolistas cantando villancicos o de un baloncestista, compañero de la comunidad del último anillo de Gasol, que canturreaba vestido de mujer algo más parecido a un himno de la Tierra Media que a una copla popular navideña.
El mismo caso encontramos con la adjudicación del Balón de Oro a Messi, a quien no solo se le ha dedicado minutos y minutos, sino también a los perdedores. En verdad, no exagero al decir que han aparecido más imágenes de esa gala deportiva, en un día, que del Congreso en lo que llevamos de año; que han solicitado opinión sobre el reconocimiento al argentino a más personas (futbolistas, entrenadores y políticos) que sobre el Premio Nobel al peruano Vargas Llosa; que hay telediarios que no dedican un segundo al cine, los libros o la música, pero que mantienen inexorables los diez minutos de deportes. Empiezo a creer, como he leído recientemente en una entrevista al baenense Manuel Piedrahita, a quien felicito por su nuevo libro sobre televisión, que se apela a una audiencia pasiva y que no se quiere dar cabida a la reflexión.
Considero que ayudaría mucho que en los noticiarios fijaran también diez minutos constantes para la cultura y retirar de los horarios tardíos los programas de cine, música y literatura (teatro incluido).
En la gala del último Certamen de Creación Audiovisual de Cabra, el ganador del Premio de RTVA, Antonio Palomino por El ambidiestro, que recomiendo desde estas líneas, le pudo decir de primera mano y palabra a Cristina Álvarez, jefa de Relaciones Institucionales de la radio y televisión andaluzas, que se intentara emitir el cortometraje a horas que no fueran intempestivas, sino en un horario que pudiera ser visto por todos despiertos; puesto que, como buen creador, prefiere que su obra sea correspondida por todos los posibles y no entre unos pocos. Y es que los dirigentes de la programación, por un lado, deben de pensar que la cultura solo interesa a los noctámbulos y no a quienes se tienen que levantar temprano por su profesión o estudio y, por otro lado, no deben de ser españoles. Por lo primero, supongo que aún creerán que la etimología de novela es la que indicaban maliciosamente en el siglo XVII: «No vela, porque se duerme»; y que hablar de libros y de lo que les rodea los hace entrar directamente en fase REM. Y, a raíz de esto, no deben de ser de España, pues no me explico por qué no hacen su contribución a la siesta, sustituyendo los programas del corazón por otros sobre libros, música o teatro.
Por esto mismo, ante la ausencia de noticias culturales habría que reconsiderar la máxima con la que comenzábamos: No news. Bad news; que en el idioma de mi pueblo es «No hay noticias. Échate a temblar».
Manuel Guerrero Cabrera
Poeta y filológo
Añadir nuevo comentario