Hace años me tropecé en Internet con una encuesta sobre el tipo de gobernante que sería quien la realizara. Hice la encuesta y al final de la misma desde Internet me comunicaron que mi estilo de gobierno era como el de Gordon Brown, que seguramente la mayoría no sabe quien es.
Bueno, pues Gordon Brown fue primer ministro británico desde 2007 a 2010. Hoy nadie se acuerda de él pues pasó sin pena ni gloria, fundamentalmente porque se dedicaba a trabajar sin hacerse apenas propaganda.
Gran error para un político, porque un político, desde los tiempos más remotos de la historia, siempre ha cuidado la propaganda, ya que las realizaciones—pocas o muchas—que se lleven a cabo “deben” ser percibidas por el pueblo, y mejor aun, el pueblo “debe percibirlas desfiguradas” si esa desfiguración consiste en que el pueblo crea que se ha hecho más y mejor de lo que realmente se ha hecho o se va a hacer.
Los políticos no se cansan de repetir que el pueblo es sabio, pero ellos son los primeros que saben que el pueblo es tonto, y actúan en consecuencia, manipulándolo y engañándolo. La historia está repleta de políticos que han engañado a sus pueblos y de manadas de tontos que han sido engañados por sus políticos.
Ya he comentado alguna vez el escándalo que montó Suetonio cuando echó por tierra el montaje que varios emperadores de la dinastía claudia habían organizado con cronistas falsos para perpetuar, incluso después de la muerte de los mismos emperadores protagonistas, una imagen falsa de estos en la que se ocultaban todas sus atrocidades, asesinatos, miserias, etc.
Más reciente en el tiempo está el famoso Joseph Goebbels, ministro de Ilustración Pública y Propaganda de la Alemania Nazi. Hitler, como todos los políticos de la historia, se dio cuenta (porque no era tonto) que la propaganda era algo fundamental en la política porque, fuera verdad o mentira, de lo que se trataba es de que el pueblo, que es tonto, percibiera lo que el gobernante quisiera que percibiera.
Quiero repetir—porque ya lo he dicho otras veces—que los nazis, que hoy día se les ve como demonios, cuando eran políticos no eran demonios ni se les veía como tal, sino que eran vistos como simples políticos. Repito con otros ejemplos: Hoy día la visión que la gente tiene de Urdangarín, Bárcenas, Rato, Chaves, Griñán, Zarrías, Veira y toda una lista interminable de “artistas” no es la misma visión que tenía hace años, en el momento en que estos señores cometían los presuntos delitos de los que ahora se les acusa. Antes eran flamantes políticos; ahora, presuntos delincuentes, y en un futuro quizá no muy lejano, delincuentes declarados.
Así es la vida y así de tonto es el pueblo, zarandeado de aquí para allá por unos chorizos encumbrados en el poder. ¿Ministerio de Propaganda? ¡Qué horror, como los nazis! Llámale “de Comunicación” Suena más suave, más postmoderno, o sea más “maricomplejines”, como diría Jiménez Losantos.
El gran error del PP y del Gobierno en las elecciones autonómicas y locales pasadas es, según el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria López, “que no hemos sabido explicar bien lo que hemos hecho”. Es decir, que los políticos actuales, como los de toda la historia, nunca reconocen sus errores, y en este caso achacan su fracaso a un error técnico de propaganda, cuando lo que ha pasado en realidad es que por primera vez, un número considerable de votantes del PP (dos millones y medio) se han dado cuenta de que les habían engañado, concretamente con el tema del aborto.
Desde los tiempos de Goebbels (que, como digo, antes de ser demonio, fue político) hasta los tiempos de Pablo Casado, actual vicesecretario general de comunicación del PP, no han cambiado mucho las cosas, pues tanto el uno como el otro han sabido que la regla de oro de la comunicación consiste en que lo importante no es el mensaje que emite el emisor, sino cómo ha llegado ese mensaje al interior del conocimiento del receptor.
Si Goebbels viviera hoy día, es absolutamente seguro que utilizaría las redes sociales Facebook, Twitter y también Whatsapp. Ya en la primera campaña presidencial de Obama las redes sociales tuvieron un papel preponderante, inédito hasta aquel momento. En el año electoral que llevamos en España, aparte de la televisión, la radio y algunos actos sociales, ha llamado la atención la aparente ausencia de campaña electoral, manifestada en la ausencia casi total de carteles en las calles.
¿Dónde estaban los políticos? En las redes sociales, por supuesto, en las que hay gente permanentemente colgada las 24 horas del día. Ahí es donde se le puede comer el tarro a la gente, y los políticos lo saben. Ahí está el caladero de los de Propaganda, perdón, Comunicación.
Esto lo saben perfectamente todos los políticos de este país, por supuesto, también los políticos locales, muchos de los cuales dedican varias horas diarias a eructar en la red mediante sus comunicaciones y ocurrencias en Facebook o sus “pío, pío” en Twitter, porque al fin y al cabo en las redes sociales no se razona, sino que se eructa; pero el eructo es lo que el ciudadano medio de hoy admite en su limitado cerebro, no más.
¿Y los expedientes, y la atención y el estudio de los problemas de los ciudadanos? Bueno, eso es otra historia. Lo primero es garantizar la permanencia en el poder y las redes sociales han conseguido que las campañas electorales no sean solo los 15 días anteriores a las elecciones, sino los cuatro años anteriores: la realidad es que en el momento en que vivimos, la campaña electoral es permanente y las redes sociales son el instrumento. Gobernar es lo de menos; lo importante es la Propaganda, quiero decir, la Comunicación.
El mundo en que vivimos no tiene nada que ver con el de Felipe II, que dedicaba a los asuntos de gobierno nada más y nada menos que 16 horas diarias, y ni un minuto a Propaganda. Claro que, tenía el poder atado y bien atado. Pero los que dependen cada cuatro años de las dichosas papeletas tienen que estar espabilados.
Así le fue a Gordon Brown: Pobre Gordon Brown ¿Adonde vas, Gordon Brown, en qué mundo vives? ¿Cómo se te ocurrió gobernar sin Propaganda? Efectivamente, Gordon Brown solo duró tres añitos en Downing Street.
Pero gobernó. Gordon Brown gobernó, que es lo que constituía su obligación. Como la juez Mercedes Alaya, que en 17 años ha gobernado en lo que era su misión, juzgar. Solo el sumario de los ERE está formado por 35.000 folios. Eso es trabajar.
Por el contrario: ¿Alguien sabe de algún twet o algún mensaje emitido por la jueza Alaya? Animo a quien tenga curiosidad que se meta en Facebook. Encontrará varias páginas de seguidores y fans de la jueza Alaya, pero ella, como tal, no tiene página en Facebook. Quien mire en Twitter verá una página llamada “Mercedes Alaya”, pero que tiene toda la pinta de no ser de ella sino de algún seguidor que se hace eco de sus actuaciones.
En una palabra, que la jueza Alaya no se hace propaganda, simplemente trabaja. Hay muchos políticos que creen que se puede gobernar desde Facebook. Desde Facebook se puede engatusar al personal, pero no gobernar. Se gobierna a través de decretos, acuerdos oficiales y actos administrativos. Los eructos en las redes no son gobierno. Pueden servir de prueba en algún momento (que se lo digan a Urdangarín), pero se gobierna desde los despachos oficiales, que no lo olviden. Por sus obras los conoceréis.
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