Enrique Bellido Muñoz
Once años de actividad parlamentaria, en este caso en el Senado, dan para mucho. Dan para disfrutar de una de las más apasionantes alegrías políticas, aquella que se produjo en 1996 cuando el centro-derecha, una vez superada la etapa de la transición, ganaba por primera vez unas elecciones generales que, además, supusieron un fantástico revulsivo en una España marcada en aquellos años por los casos de corrupción política que protagonizaron distintos miembros del PSOE, y que se debatía en una profunda depresión económica que hacía inviable por entonces nuestra adhesión a la moneda única europea.
Han dado, también, para momentos tristes que prefiero archivar en la carpeta del olvido y que desgraciadamente son condimento común en nuestra democracia y nuestro sistema de partidos.
En esta ocasión quiero sacar a la luz, ya que se ha producido la apertura de una nueva Legislatura, la X, a los portavoces que a lo largo de estos más de diez años han dirigido al Grupo Parlamentario Popular y que en un sentido o en otro han jugado un papel de gran relevancia política en las instituciones de nuestro país.El primero de ellos, Alberto Ruiz-Gallardón, que fue elegido portavoz popular en julio de 1993, permaneciendo en el cargo hasta febrero de 1995 para acceder posteriormente a la presidencia del gobierno de la Comunidad de Madrid.Tengo que decir que de los cuatro que he conocido Ruiz-Gallardón era, con mucho, el más brillante dialéctica y parlamentariamente de todos ellos.La preparación de este sobrino/bisnieto de Albéniz era y sigue siendo realmente notable y a su dotes con la palabra unía una capacidad de improvisación que hacían de sus debates con el gobierno socialista de entonces piezas únicas del parlamentarismo español de nuestros tiempos.Eso sí, carecía de la cercanía que mostraron sus sucesores en el cargo, tal vez porque su pedestal lo situaba a una mayor altura, a la que nos resultaba difícil, en ocasiones, acceder. Tengo una anécdota con él. Cuando llegué al Senado me extrañó que las sesiones plenarias estuviesen tan vacías de parlamentarios por lo que le propuse por escrito elevar una norma en el Reglamento de la Cámara que castigase salarialmente el absentismo cameral de sus señorías.La respuesta no se hizo esperar y recuerdo que me llamó a su despacho conminándome a olvidarme de la iniciativa. Con el tiempo le di la razón. Nuestro sistema parlamentario propicia escasamente la presencia masiva de diputados y senadores en pleno, lo que no va en detrimento de los asuntos que se traten dada la férrea disciplina de voto que se establece.Ruíz-Gallardón ganó con mayoría absoluta la Comunidad de Madrid, posteriormente la alcaldía de la capital de España y tiene muchas probabilidades de formar parte del Gobierno de Rajoy.A él le sucedió el que había sido alcalde de Ávila, Ángel Acebes, que estuvo en el cargo un año escaso, precisamente cuando en el Senado se estableció un acuerdo para investigar la trama de los GAL.Agradecí a Acebes que me eligiese para formar parte de esa Comisión Especial y de él guardo el recuerdo de un hombre tímido, no demasiado expresivo, pero sí cariñoso en su trato. Un hombre de Aznar que después el propio Aznar recuperó para sus sucesivos gobiernos en tareas tan complicadas como la que le hubo de vivir como Ministro de Interior en los atentados del 11-M previos a las elecciones del 2004.Compartí con él momentos de trabajo y también otros muchos de descanso familiar en una relación que fue más allá que la meramente política.Tras él, se sucedieron en el cargo primero Pío García-Escudero y después Esteban González Pons, para volver García Escudero a la portavocía una vez que Esteban pasó a ser designado Consejero del Gobierno de la Generalitat Valenciana con Camps al frente.La brillantez de González Pons está fuera de toda duda, y la demostraba tanto en el estrado parlamentario como lo viene haciendo desde la portavocía del PP.Es un buen amigo con el que he compartido copas, paseos en bicicleta, viajes y muchas, muchísimas horas de trabajo en común. Un buen amigo que cuando debió supo estar a la altura de las circunstancias y que ahora se merece participar muy directamente de la gestión del nuevo Gobierno.Pío es, además de un gran amigo, con el que me unía nuestra amistad con un ex senador sevillano, Juan Moya, ya desaparecido, un hombre de partido donde los haya, un magnífico aficionado a la tauromaquia -hemos visto más de una corrida juntos en un balconcillo de Las Ventas- y un personaje político de una gran elegancia oral basada en la concienzuda preparación de sus debates. Fue concejal con Gallardón, presidente del PP de Madrid, vicesecretario general del Partido Popular y hoy es Presidente del Senado, garantizando con ello que esta institución, tan denostada a veces, siga una línea de rigor político que ayude, definitivamente, a convertirla en lugar real de encuentro de la España autonómica.
Enrique Bellido Muñoz
Exsenador del PP y miembro asesor del PP-A
Añadir nuevo comentario