“Tú puedes comprar a un par de periodistas y conseguir que te hagan una buena reseña en su diario, pero no a cinco mil lectores. Y los lectores no son idiotas, por mucho que a nosotros nos gustaría que lo fueran”
Carmen Conde
Carmen Conde (Barcelona, 1965), es una escritora de novela de negra y mi criterio crítico obserba futuro literario dentro del género de novela negra, cuando señala que cierto sector del mundo editorial puede convertirse en una preocupante catarata de publicaciones y contrataciones de escitores a sueldo, embarduñando con artificios un género tan clásico como es la novela negra, que cuenta con grandes maestros ya perennes en el espacio literario, manteniendose en el tiempo que todo lo olvida y no caiga en el triste abismo de la mediocridad de igual manera que la errónea visión comercial editorial que hundió la novela histórica.
La escritora es la segunda y reciente novela de Carmen Conde, la primera en su vida literaria fue "Para morir siempre hay tiempo", galardonada en 2016 con el Premio de Novela Negra para jóvenes autores la Trama. Actualmente comparte su estancia entre la escritura y su labor de Magisterio como maestra de primaria en la escuela pública.
La escritora es una historia desafiadoramente crítica y explosiva en cuanto a su contenido entre ficción y realidad de una novela dentro de otra novela. Metanovela se le llama. Su principal protagonista, Lucrecia Vázquez, está contratada como “negra” por una de esas editoriales que todo lo abarca y todo lo diluye. Y soporta sus angustias con el síndrome de Tourette , que le provoca en momentos tensos un tics repetitivo. Es inteligente y su compleja personalidad tiene brillo propio. Viviendo su mundo modesto y cerrado en las cuatro paredes de su apartamento, permanente refugio protector.
El director de su editorial la manda a contactar con la escritora de best sellers Dana Green, autora de un mundo religioso rocambolesco, que se encuentra viviendo en un pueblo del Montseny en una vivienda del director de la editorial. Con la sorprendente mala fortuna que cuando llega al lugar se la encuentra muerta de manera ecalofriante, más repugnante y estremecedora. Naturalmente la policía descubrirá que Lucrecia iba a negociar con la escritora de best seller para escribirle una nueva, ya que tan “famosa” autora pasaba por una etapa depresiva que le impedía escribir, si es que ella escribió alguna vez limpiamente, o todo era un puro montaje editorial con el que vender pienso literario para lectores de mera distracción, al margen de una literatura limpia de contenido digno.
Esta es una ligera introducción de lo que ofrece la tensa y misteriosa narración, donde la intriga se mezcla con el amor en una metaliteratura, que aprisiona al lector en un mundo de misterios y lastres de una miserable niñez en un despiadado hospicio. Toda una historia que a vuelta de cada página plantea sorpresa y misterio, la duda, que altera las posibles cábalas del lector atento, ese lector que no lee simplemente para distrarse y agradece el tinte social real de nuestra sociedad en este labarinto de Creta literario.
Resulta muy interesante y de cumplido compromiso a favor de la verdadera novela negra, esa crítica en la que está envuelta la historia, habilidad y valentía de la autora para sacar a relucir los trapos sucios comerciales en la que se encuentran inmersas determinadas editoriales, con sus “negros escritores” a sueldo y toque de corneta comercial, expuesto con habilidad y sentido del compromiso que debe de asumir y mantener el buen escritor: tener claro no ser una clase social, sino un compromiso consigo mismo. Porque sobre nosotros planea un tiempo de malos augurios. Y un nuevo Farenheit no debe de cogernos de sorpresa. Especialmente a los que sumamos años y dictaduras que nos robaron parte de nuestra juventud.