María de la Sierra Molina Osuna

Aunque ninguno de los numerosos observatorios que jalonan nuestro planeta, ni tan siquiera el mítico Hubble que desde el espacio otea los abismos siderales, han informado de ningún evento astronómico reseñable, la noticia, sin embargo, ha ocupado las portadas de los principales diarios y está teniendo un seguimiento destacado en las parrillas de los informativos de las radios y televisiones españolas.

El hecho tuvo lugar en el pasado 11 de febrero en el Hospital Universitario Virgen del Rocío de la capital hispalense. Allí, gracias al Equipo de Genética, Reproducción y Medicina Fetal, y tras una cesárea programada, venía al mundo una pequeña niña cuyo alumbramiento va a llenar de alegría el hogar de sus padres, un joven matrimonio granadino que con ilusión y ansias contenidas esperaba el momento del parto.

Si con el nacimiento de cualquier ser humano se completa el milagro de la vida, el de la pequeña Estrella, que así han decidido llamarla sus padres, es motivo de satisfacción por partida doble para sus progenitores pues, aparte de la natural dicha que provoca su nacimiento, el mismo significa una puerta abierta a la esperanza para su hermano Antonio que, gracias al posterior trasplante de células procedentes de su cordón umbilical, podrá encontrar en breve una cura a la grave enfermedad hematológica que padece desde que nació hace cinco años y que provoca la desaparición de las células encargadas de producir sangre en su médula ósea.

Estrella no viene al mundo con un pan debajo del brazo como reza el tópico, pero su nacimiento hará posible el final del sufrimiento para su hermano, víctima de una cruel y devastadora enfermedad que le obliga a recibir transfusiones sanguíneas cada vez más frecuentes y cuya única esperanza de vida radica en un trasplante para el cual no existe actualmente ningún donante compatible.

No estamos ante un caso insólito. Ya en 2008 el nacimiento de Javier, el primer niño español que vino al mundo gracias a las modernas técnicas que permiten la selección genética, significó un hito en la medicina española y supuso también la curación de su hermano Andrés que sufría una gravísima enfermedad medular que ponía en riesgo su vida.

El alumbramiento de Javier en 2008 y ahora el de la pequeña Estrella han tenido lugar en Andalucía y ello no es fruto del azar o la casualidad, su nacimiento ha sido posible gracias a que Andalucía es la única comunidad autónoma española que incorpora el Diagnóstico Genético Preimplantatorio a la cartera de servicios que ofrece la sanidad pública. Según fuentes del Servicio Andaluz de Salud (S.A.S) gracias a estas modernas técnicas reproductoras han sido posibles hasta ahora el nacimiento de 25 bebés libres de determinadas enfermedades genéticas hereditarias, cifra que se espera incrementar con los 10 alumbramientos previstos para el presente año.

El sistema sanitario público andaluz figura a la vanguardia en la aplicación de las técnicas más modernas e innovadoras gracias a la apuesta firme y decidida de los sucesivos gobiernos andaluces por la investigación y el desarrollo de los últimos avances de la ciencia.

En Andalucía la sanidad pública goza de un amplio y reconocido prestigio entre los usuarios que se benefician de sus cualidades y excelencias, y ello es posible gracias a los impuestos que pagan los andaluces. Nos encontramos pues ante un modelo sanitario público justo, equitativo y solidario que posibilita que cualquier ciudadano, con independencia de sus posibilidades o de cual sea su situación económica o social, pueda beneficiarse de las técnicas y tratamientos médicos más sofisticados y vanguardistas.

Confiemos en que los crecientes recortes que se están llevando a cabo en todos los ámbitos a causa de la atroz crisis económica que nos atenaza y la llegada a los órganos de decisión de ideologías cada vez más conservadoras no pongan en peligro la pervivencia y continuidad de un sistema sanitario que, hoy por hoy, constituye una de las joyas de la corona de la Andalucía del siglo XXI y de la que tan orgullosos nos sentimos quienes hemos nacido en esta tierra.

María de la Sierra Molina Osuna