La corrupción generalizada nos lleva a pensar que todo el mundo es igual, que no hay nada limpio y que la política va ligada a la corrupción. En los últimos tiempos la sombra de la sospecha se expande sobre los miembros de la mal llamada “clase política”, una generalización que no es nada objetiva pero que se corresponde con el malestar que afecta últimamente a una gran parte de la ciudadanía.
Pese a la proliferación de noticias que refieren sucesos turbios en los que sus protagonistas suelen ser personas que se dedican a la política, es justo reconocer que los corruptos y sinvergüenzas son una minoría y que, en cambio, hay muchos cargos electos honrados que trabajan de sol a sol con vocación y responsabilidad. Por eso resulta incomprensible que esa gran mayoría que vive la política como el noble ejercicio del servicio público continúe permitiendo que la tinta de la sospecha los manche a todos con tanta facilidad, sin que nadie entre sus filas levante la voz, ni haga la más mínima autocrítica.
Los políticos deben estar bien pagados y su salario debe corresponder a la responsabilidad que desarrollan, pero también tienen que entender que, tan importante como su buena gestión, es el ejemplo que deben ofrecer a los ciudadanos en el ejercicio de las funciones que les han sido encomendadas.
Ahora, más que nunca, España necesita políticos con vocación de trascender, gobernantes que no quieran pasar de puntillas por la gestión pública, representantes populares que no eludan la responsabilidad de tomar decisiones por miedo a “quemarse” y que ello suponga el final de su carrera pública.
Necesitamos políticos que no gobiernen por su partido sino por su país. Gobernantes que quieran dejar huella haciendo lo que creen mejor para España, aunque no siempre sea lo mejor para ellos y para su carrera. Representantes del pueblo que sean conscientes del mandato que les encomiendan los electores y que asuman las consecuencias de sus decisiones ante los votantes.
Asistimos, sin duda, al final de un sistema, de una época, nacida del “Pacto de la Transición”, aunque sus protagonistas se nieguen a aceptarlo. Probablemente la mayoría de los “dinosaurios” que pueblan los partidos, todos sin exclusión, no responden al perfil planteado, por lo que urge que se retiren cuanto antes y den paso a gente nueva, con ideas nuevas y con ese espíritu de trascendencia y servicio que tanta falta nos hace.
Comentarios
Políticos bajo sospecha
Políticos bajo sospecha
El título está bien claro. Intenta decir lo consabido, que aprovechados son la minoría, y hay una mayoría de trabajadores honrados.
Sin embargo en el transcurso del relato, diciendos la clase de políticos que necesitamos, no salva a nadie.
Además, con la disciplina de voto, el que no esté de acuerdo con los dinosaurios que comenta, se verá eclipsado y no se oirá por buenas cosas que tenga que decir.
Hay que cambiar el sistema. Voto directo. Democratizar los partidos, no decir siempre al mandamás "sí guana".
Y... en época de crisis, tener en cuenta lo que hacen otros países europeos, en muchos de ellos no hay Senado.
Añadir nuevo comentario