Vivo, por mi izquierda, a solo unos minutos de La Virgen de la Hiniesta, un tiro de honda me deja en La Trinidad, cruzar la calle y poco más la de Los Gitanos. Retorno a mi punto de partida y a la derecha, La Macarena, separada por una medianera de San Gil, a otro golpe de honda el barroco de San Luis de los franceses. Y así podría llegar hasta El Cachorro en Triana. Sevilla es así, tiene más hermandades de cofradías que librerías. Menos en agosto todo es Pasión durante el año.
Curioso manifestar que, sin ser devoto practicante, vivo todo el año, soy vecino de las muchas secuencias de vivencias como espectador del desfile de pasos. Espectador anónimo y a la vez testigo de una magistral representación de la imaginería de la Semana Santa hispalense.
Y viene al pelo para esta crónica dedicada a Vieja túnica y otros relatos del buen poeta e incansable activista de la poesía Manuel Guerrero Cabrera, para quien “La peculiaridad y originalidad de la semana Santa de Lucena estriba en el modo de portar los pasos, denominado santería. Esta se realiza a hombros, al toque de un ritmo determinado de tambor y es exclusiva para los hombres”. Esto es santear, lo que me invita a convertirme en lector con el primer relato del libro "Vieja túnica", recorrido de edad temprana hasta el final de la carrera teniendo como protagonista al ya abuelo quien un tiempo, desde niño fue cofrade y ahora lo es, desde un balcón, aunque con la túnica de nazareno y capirote.
El segundo relato, "Una humillación de amor", mezcla con limpio magisterio la personalidad de Antonio, trabajador nato, con el “asitunero” Cristo de la Humillación. Un lazo narrativo entre las creencias tradicionales con raíces de mito del pueblo y la fortuna.
"Fuera horquillas" es la bajada del paso a la imagen, la lluvia amenaza, la prisa llega y los santeros operan el descenso con ritmo y precisión. La emoción se desborda, la muchedumbre aplaude. Todo es distinto sin ser originalidad rebuscada, se trata de una herencia trasmitida entre las propias familias, de padres a hijos y llegan los nietos. La magia, el fervor se transmite con todo su pasado. Estamos en el siglo XXI que las cuatro esquinas de los pasos sostienen y pasean con el ritmo propio de lo que perdura. Y los relatos cortos convertidos en escenas vivas de una Pasión se van sucediendo:
“Te llaman el de la Sangre
con sangre te han paseao
tu cuadrilla de santeros
que poder y sangre les ha sobrao”.
En "Olor de Viernes Santo", Paquita es ciega; su olfato, un palpitar que clasifica los olores con pasión lírica de su cariño. Así llega el olor del viernes Santo, sublime, lírico, como un poema juanramoniano cuando con suave voz lo va dibujando y esparciendo en los espacios. Exquisita, viva, realista narración íntimamente sentida la de Manuel Guerrero Cabrera, lejana de todo tópico semanasantero, como oficialmente se tiene que soportar, hasta el punto en que en ciudades como Sevilla, ese peso de la solemnidad del barroco religioso, corre el peligro del Turismo Cultural y, por tanto, el negocio económico sin frenos. Y es que la Semana Santa, como señala el autor de estos relatos: “Su relevancia social es tan grande que va más allá de la Semana Santa”. Certera afirmación, pues esas semanas con sus vísperas de encuentro y tantas otras durante todo el año, tiene una raíz social insobornable, aunque hay quien la oculta con un barroco de cartón piedra que en el caso de Lucena resulta imposible.
Lúcida prosa, en tembloroso discurrir los relatos se suceden: "Volver a rezar", "Las cuatro esquinas", "Vida cofrade", "Una misma pasión" y "Para el futuro". Todo el sentir por el sentir de la temática, mitos helenos de una cultura que visitó el sur para quedarse; Manuel Guerrero Cabrera nos deja esta muestra que consolida, aunque joven (Lucena, 1980), su trayectoria de creador. Guerrero Cabrera es profesor de lengua y literatura, articulista y poeta; además, realiza desde la Asociación Cultural Naufragio una labor de difusión cultural y literaria en el sur de Córdoba, recibiendo, por esto último, el Premio Pimiento de Plata que le concedió la Delegación de Juventud del Ayuntamiento de Lucena en 2011. En 2016 obtuvo Accésit en el X Premio Saigón de Literatura en la modalidad de microrrelato.