Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Son las ocho menos diez en punto

El día de hoy comenzó de esta manera un poco antes de las 6 h. de la mañana, con este nuevo dato en nuestro rango horario vespertino. Un trabalenguas sin sentido, una mezcolanza de memoria tergiversada, con un reloj analógico propio, sin prisas y sin aciertos, que no requieren más explicaciones por el momento. 
 
Es curioso como en esa evaporación de memoria que aquejan a muchas de las personas mayores o no tan mayores con las que convivimos, con sus deterioros cognitivos etiquetados con un nombre u otro. ¡Qué más da la etimología! En definitiva, sin ser plenamente conscientes de la merma progresiva de sus capacidades funcionales y autonomía personal. 
 
He observado que la lectura en ellas permanece más tiempo entre sus capacidades cognitivas intactas que el cálculo. Que su memoria remota conversa hechos, anécdotas, apellidos o nombres muy arraigados en el pasado, en otros lugares, mientras silban o suenan en ellos letras de canciones que repiten de manera machacona una y otra vez.
 
Es ilógico todo lo que olvidan. La facilidad con la que se desvanecen las palabras, especialmente las cifras numéricas significativas  de su mente, las fechas de nacimiento, casamiento, vida o muerte de su entorno familiar o afectivo. Borran sin capacidad de reseteo alguno su capacidad para manejar números, cifras, cantidades. Olvidan realizar cálculos básicos que siempre hicieron... 
 
Su aspecto aparentemente normal se mantiene durante un tiempo. Siendo ellos mismos estampas estáticas o fotografías inmóviles en el tiempo reflejado de un espejo que carece de futuro, si no hablan. Mientras su realidad cotidiana amparada en la rutina de siempre, del mismo lugar, los mismos hechos o personas que los acompañan con supervisión constante, acompañándolos en su avance hacia la desorientación infinita. 
 
Carece de sentido tanta incapacidad personal, para tratar de situarse en el día, en la hora, la semana, el mes o el año. Es penoso ver cómo olvidan el manejo del dinero, se lían y se hacen un caos con todo o casi nada. Es triste que la vida le condene al borrado de sus capacidades cerebrales, con una memoria efímera.
 
Me sorprende que la capacidad de lectura en ellos y ellas, una forma de aprendizaje que afortunadamente adquirieron pronto en su escasa vida escolar se mantenga un poquito más, durante un periodo de tiempo incierto, porque en parte está vinculado a su interés o práctica. Pero siguen mirando y descodificando garabatos del alfabeto, que dan lugar a las palabras, a las frases y los textos. Aunque falle en ellos su comprensión, su vocabulario disminuya o su memoria inmediata este progresivamente ausente. 
 
Es llamativo que la lectura marque nuestras vidas, que tenga un papel predominante en la adquisición personal de nuestro conocimiento individual y académico, que persistan un poco más entre nosotros. La lectura es para la mente el ejercicio para el cuerpo. La lectura nos lleva muchas veces a la escritura. Al deseo insaciable de curiosear, viajar, conocer, enredar o disfrutar de nuestro tiempo libre y ocioso en múltiples temas. 
 
Para conservar la lectura en las personas con déficit cognitivos es importante que ésta este  ligada a la escritura. Porque escribir implica el proceso inverso, mirar, reproducir, codificar una expresión escrita con reglas ortográficas y gramaticales propias de cada lengua e idioma. 
 
Siempre dicen que el paso del tiempo cambia las cosas. Que la falta de tiempo marca nuestro ritmo vital más activo o de mayor productividad. Que hay que encontrar huecos para nosotros mismos, para parar y elegir... 
 
Está claro que para escribir algo de vez en cuando, hay que leer, reflexionar y compartir...  Creo que es un binomio inseparable e indiscutible, la lectura y la escritura, aunque el orden sea directamente como esta escrito o inverso . También hay que sentir la necesidad de hacerlo, de expresar algo, de divertirse de esa manera, aunque las horas del reloj de tantos mayores ya no funcionen o lo hagan a su manera.