Entre las muchas cosas que ocurren a diario y que me siguen llamando la atención, he visto hoy cómo unas chicas en la National Gallery de Londres lanzaban unos botes de sopa de tomate contra una de las versiones del cuadro de Van Gogh ‘Los girasoles’. Y lo peor es que hace pocos días en Australia también fue un cuadro de Picasso la víctima de otra chica. Y si me remonto más atrás en mi memoria hay más casos de estas características.
El porqué de estos actos vandálicos supuestamente está en unas reivindicaciones, hoy eran ecologistas que se preguntaban: ¿qué valía más el arte o la vida, o qué es más importante proteger el arte o el planeta?
Muy bien chicas ecologistas, muy bien, de manera que ahora resulta que las obras de arte tienen la culpa de los males del planeta, es más, seguramente han descubierto las reivindicadoras que la caja de Pandora está escondida en un museo. De todas las manifestaciones culturales artísticas les ha dado por atacar a la pintura, ¡mira tú por dónde!.
Siempre he odiado a los que han quemado libros, que no han sido otros que seres déspotas con ansias imperialistas y que no han dudado en matar para conseguir sus delirantes fines. Los nazis eran expertos quemadores, también en España durante y después de la guerra civil los libros sufrieron el ataque de los fascistas, que no querían ni oír hablar de la libertad, la democracia, el progreso u otras zarandajas por el estilo propias de rojos republicanos. Ignorantes ellos que quemaron parte del saber, desde los maestros clásicos a los poetas del 27. Gracias a que la cultura se regenera como un órgano vital, los del mechero fácil han terminado siempre perdiendo la partida.
Pongamos un supuesto, yo voy a convertirme en un reivindicador de las obras pictóricas, y voy a luchar para que se cuide todo el patrimonio que nos ofrecen las mismas, se encuentren donde se encuentren, que sean restauradas adecuadamente y expuestas para el deleite de quienes gustamos de este género artístico. Y como veo que en muchas iglesias, catedrales, palacios, casas señoriales, y por supuesto, en museos, tanto privados como públicos no se vela adecuadamente por ello, y las obras están comidas de polvo en sótanos con humedades, voy a reivindicarlo quemando unas cuantas hectáreas de pinares. ¿A qué esa forma de reivindicar no le gustaría a las ecologistas? Pues señoritas, a mí tampoco me gusta la vuestra, con la diferencia de que a mí nunca se me ocurriría quemar árboles y a ustedes sí estropear pinturas valiosísimas.
Miren señoritas ecologistas, pónganse en pelotas delante del Congreso de Diputados, píntense el cuerpo con color sangre, griten cuanto quieran a quienes tienen en su poder decidir sobre el medio ambiente, por mí hasta se pasan la noche cantando soul, pero criaturas, dejen en paz las pinturas, dejen el arte al margen y no lo comparen con el medio ambiente, porque eso es mezclar churras con merinas, y de eso ustedes deben de saber mucho. Si quieren salir en los medios de comunicación para reivindicar no usen al arte, hay medios muchos más espectaculares para ello, ya les digo, pónganse a fornicar en la calle delante de las puertas del ministerio de Medio Ambiente, que, por cierto, no tengo ni idea de si existe.
El ser humano es patético, sí, eso en muchísimos casos es así, pero cuando veo a Banksy reivindicar, con sus grafitis y sus cuadros que se autodestruyen, la perversidad de la sociedad que hemos construido pienso que así sí, que también hay muchos artistas que merecen la pena por usar su inteligencia al servicio del arte y el arte al servicio de la reivindicación. Deberían aprender las señoritas ecologistas de gente así, pero me parece que el problema es la falta de talento.
Por desgracia, me temo que seguiremos viendo escenas tan patéticas como las ya descritas, y seguiré pensando que si el ecologismo es eso yo dejaré de pensar en el ecologismo o lo veré como un extremismo. Porque al menos hasta el momento no me consta que ninguna asociación ecologista haya mostrado su rechazo hacia las acciones de las señoritas o similares.
Mantengamos la lucha contra el cambio climático, contra los incendios forestales, contra la extinción de tantas especies, contra la desertización, etc., pero mantengamos las obras pictóricas de arte en paz para el disfrute de unos friquis que guardan largas colas para verlas en un museo; algo tendrán…