Me propongo una y otra vez escribir sobre temas que estén al margen de la política, pero aunque parezca mentira me cuesta hacerlo porque querámoslo o no su aura lo envuelve a casi todo, y más en época de elecciones autonómicas.
Y no me voy a callar la diferencia de trato de las televisiones nacionales, tanto pública como privadas, a Andalucía respecto a Madrid o Cataluña, por ejemplo y sobre todo. Y no es que no estemos acostumbrados a este menosprecio, lo que pasa es que no me resigno a que la costumbre se haga ley. Somos, para los de por encima de Despeñaperros, solamente una inmensa masa de votos, pero como pueblo ni contamos ni les importamos un pimiento. Se acuerdan de nosotros solo cuando hay elecciones nacionales por los votos que emitimos, y en los partidos se mira siempre de reojo al líder de su partido en Andalucía porque temen que quiera poder y entonces se lo ponen difícil.
Pronto votaremos, ya va quedando menos, y la campaña electoral oficial está a pleno rendimiento, la extraoficial nos ha agobiado casi a diario. Todo apunta a que el PP va a obtener su mejor resultado electoral de todos los tiempos. A mi juicio eso puede ser, pero no tanto. Abriendo bien los ojos y forzando la memoria no veo yo que la gestión de la derecha haya sido tan buena ni haya proporcionado a Andalucía tanto avance, no se ve ni se nota. En dos ramas fuertes, como son la Sanidad o la Educación, no solo no ha habido avance, pienso que las gestiones en esas consejerías han dejado muchísimo que desear. La pandemia ha marcado el devenir de situaciones que ha habido que resolver y no se han distinguido por ser eficaces ni Aguirre ni Imbroda (que si bien siento su muerte, tengo que ser justo en su valoración), y menos por contentar a los trabajadores y usuarios de esos dos sectores. Aguirre, porque no da para más, con ‘lo del culillo’ quedó patente, y ha sido capaz de cabrear desde los empleados en Salud más modestos a los más altos, todos necesarios para que el engranaje funcione. Y a los sindicatos del sector ya no digamos… Imbroda, que venía de participar en una empresa que ofertaba Ciclos formativos, no dudó en beneficiar a la educación privada ante la pública, y con cuentagotas iba gestionando la pandemia en los centros educativos, tan era así que la buena gestión no se le debe achacar a él, sino a los equipos directivos de los colegios e institutos de Andalucía. Y normativamente Imbroda ha llegado tarde y mal, esa es la realidad. Su partido, Ciudadanos, tiende a la desaparición, qué más voy a decir.
Y Juanma Moreno, que ahora resulta que cae bien, hay que recordar que era de Soraya y no de Casado, y ahora con Feijó ya veremos lo que pinta. Es la derecha amable, así se vende, lejana a la corrupción de su partido que no cesa. Ha gestionado un gobierno bicéfalo donde contar lo que los socialistas habían hecho antes mal ha sido su cantinela. Ah, y mucho humo, mucho decir que se avanza y poco avance.
Poco tengo que decir del PSOE, inmerso en un cambio de caras y talantes, que hagan olvidar los malos tiempos, ha hecho una oposición poco fructífera, ya que una y otra vez les recordaban lo que habían dejado de déficit en la Junta. Y lo peor es que callaban, es decir, otorgaban. Sin liderato hasta hace bien poco, andaban como pollo sin cabeza, y eso lo ha percibido el votante, y quizás de ahí los malos resultados de las encuestas. Espadas es conocido en Sevilla, pero poco tiempo ha tenido para hacerse conocido en el resto de la región. Aunque eso no es excusa, ya que a Juanma Moreno tampoco lo conocía casi nadie cuando se presentó, y aunque Susana Díaz le ganó, tuvo la suerte de sumar con Ciudadanos y Vox una mayoría. Está por ver si el PSOE andaluz de Sánchez va a poder retener los tradicionales votos socialistas o mejorarlos aún, las encuestas lo niegan, pero está por ver.
La otra izquierda empezó mal, dividida como siempre, tanto que no fueron capaces ni de alcanzar un acuerdo total dentro de un plazo que era amplísimo. Si esto fue así para ese asunto, qué desbarajuste serían capaces de hacer si gobernaran… Es lo que piensa la gente, y es solo demérito de unos políticos que piensan en ellos, por mucho que nos vendan que piensan en los demás, porque si así fuera otro gallo cantaría en la izquierda andaluza. Y la gente dirá, ¿a quién voto, a Inmaculada o a Teresa? Y se plantearán, ¿no será eso tirar un voto a la basura? La gente ya no sabe si son Izquierda Unida, Podemos, expodemitas, ecologistas, andalucistas renovados o un collage que no lo entienden ni ellos. Yo me siento defraudado con la izquierda, lo confieso, me llenan de desasosiego por no ser capaces de llevar a cabo un proyecto claro y directo, real y práctico, contundente, moderno y respetuoso.
Y, sin duda, lo que más me preocupa es lo de VOX, que seguramente sume algunos diputados más de los que ahora tiene, y lo peor es que pueden tener la llave de la gobernabilidad, y no quiero ni pensar, que en mi tierra, la misma de aquel 4 de diciembre y del 28 de febrero, la ultraderecha tenga poderes en un posible gobierno con el PP. ¡Qué pena! Cómo puede haber tantas y tantas personas que se cieguen con el discurso rancio, homófobo, clasista y simplista, gente joven que no tiene ni idea de lo que fue la dictadura de Franco y que ahora suspiren por un régimen así. Porque VOX será todo lo democrático que sea en los papeles, pero todos sabemos que, no solo odian las autonomías a las que se presentan para sacar diputados, sino que la democracia les irrita, porque ellos aspiran al totalitarismo trasnochado de aquellos líderes de mal recuerdo para Europa y para el mundo. Me atrevo a pedir desde aquí reflexión a quienes tengan la intención de votar a la ultraderecha, porque hay que pararse a recordar la historia (pero la verdadera, no la que quieren ellos reescribir como han estado acostumbrados a hacer), a ver cómo estamos globalmente y a ver quiénes son los que manejan ese partido, gente que no son ejemplo de nada y menos de honradez. Para colmo, presentan una candidata, que no solo no es andaluza, sino que no tiene ningún vínculo con nuestra tierra, con eso debería bastarles para que se quiten la venda de los ojos. No, VOX no es la moda, no es guay, no es la solución, no y mil veces no por poco que nos guste lo que hay.
Difícil lo tenemos los andaluces, de nosotros depende en gran parte el futuro de nuestra tierra, desde luego no es fácil saber a quién votar, lo entiendo, pero es fácil saber a quién no.
Al menos hasta después de las elecciones no pienso escribir más de política, es cierto que me preocupa lo que vaya a pasar con mi tierra, pero al margen de la política hay otras mil cosas que me merecen la pena y que no las quiero ni puedo olvidar.