Hará algo más de una semana que volvieron a pisarnos fuerte, me refiero a España y a su educación y cultura. El informe PISA para adultos nos puso de vuelta y media con datos objetivos que dejan en evidencia lo que somos. En este caso los datos de nuestros menores escolares no han sido los que han dado el aldabonazo, sino que el estudio se refiere a sus padres y abuelos (también madres y abuelas para los que así se sientan más coeducados). Vaya, que siendo castizo se me ocurriría decir eso de que de tal palo, tal astilla, o quizás de tal astilla, tal palo.
Muchas voces se alzaron a analizar la mala noticia, sobre todo las de los tertulianos de los distintos programas de radio y televisión, en su mayoría periodistas que de todo creen saber y con sus palabras osadas buscan sentar cátedra. Al margen de que pocos opinadores me merecen la pena, lo cierto es que el eco fue evidente y a él se sumaron políticos en activo y desactivados que echaban ascuas a su sardina en análisis sesgados que terminaban con el siniestro “… y tú más.”
Pero lo que no llego a comprender bien es el porqué se rasgan las vestiduras con esta noticia si para mí era una evidencia como la copa de un pino. Sobra y basta con ver la parrilla televisiva, sobre todo la de Telecinco, para darse cuenta de que los muchísimos clientes de esos programas basura son lo que dice el informe PISA. Este tema daría para otro debate en el que se podrían poner sobre la mesa las funciones de una televisión; sin lugar a dudas las de esa cadena no tienen nada que ver con la educación ni con la cultura.
Está claro que los que nos llevamos los mayores varapalos somos los docentes, a quienes algunos culpan de esos malos resultados en comprensión lectora o matemáticas. Docentes sujetos a unas legislaciones educativas que cambian cada dos por tres, dependiendo del gobierno de turno y de lo que pedagógicamente esté de moda en algún país de referencia. Evidentemente que el sector de la población que entraba en la medición de la prueba PISA estaba en una horquilla muy amplia, y en los casos de los más mayores la enseñanza educativa recibida se remontaba a tiempos de la dictadura, donde esa enseñanza, entre otras muchas consideraciones, no era tan general.
El debate más cruento ha sido sobre la famosa y extinta LOGSE, a la que muchos sectores reaccionarios ven como la caja de Pandora que contenía todos los males educativos. Yo, que no he sido nunca defensor de la misma, debo admitir que con ella se avanzó mucho en lo que se suele llamar integración de los alumnos más desfavorecidos por una y otra causa. La pena es que se olvidó de los que podían progresar más y se les estancó absurdamente, permitió que se promocionara de curso sin el menor esfuerzo y sin los mínimos conocimientos y elevó a los 16 años la edad obligatoria de escolarización para equipararnos con Europa. Ninguna Ley posterior cambió nada de eso sustancialmente. La atención individualizada que pretendía y que aún hoy se sigue pretendiendo, es el engaña bobos de quien está alejado del aula y no tiene ni idea de cómo está el patio.
Somos los docentes los que con nuestro empeño, paciencia y dedicación intentamos hacer malabares para llevar hacia adelante a un alumnado heterogéneo y en muchos casos desmotivado. Y lo hacemos alejados de leyes caprichosas e inoperantes que de nada sirven en el día a día. Y como nosotros ahí estaban los que nos precedieron, que igualmente se volcaron en su profesión con vocación, y que no son los responsables del desastroso informe PISA para adultos. Y en el futuro estarán dando el callo otros docentes que vendrán y sabrán dar a sus alumnos lo mejor de su saber para que no caigan en el ostracismo al que hoy parecen condenados los estudiantes.
La sociedad y el conjunto de leyes que en cada momento la determinan, y los políticos que desde las alturas y en nuestro nombre legislan son los responsables de que hoy nos veamos retratados como un pueblo ignorante, soez y casi analfabeto. Alimentamos la ignorancia para el beneplácito de los que intentan manipularnos, por eso también tenemos la casta política que tenemos, quienes en un informe PISA para políticos saldrían igual o peor malparados.
Con la Educación no se juega, no se debe jugar, todos dicen que es uno de los pilares de nuestra democracia, de nuestro Estado, sin embargo ya se la ha tocado duramente en lo económico, se adulteran contenidos al albur del ministro de turno, se retrocede peligrosamente en la valoración del expediente contando a la Religión para las becas, se consienten segregaciones por sexo, se favorece vilmente a la privada y se recortan derechos y sueldos a los docentes. Si esto no es un juego, de qué hecho execrable se trata. Me temo que será la mayor perversión del misántropo Wert.
Comentarios
Más alto puede ser, más claro imposible
Pues que más alto se puede decir, más claro imposible. Sin pelos en la lengua y con la experiencia que tienes puedes hacer temblar muchos pilares. Ánimo y enhorabuena.
me gusta mucho
Alto y claro. Así deberían ser los mensajes de nuestros políticos. Pero tú durarías poco, te callarían.
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