Si hay una artista sobrevalorada en el actual panorama musical, para mí, y sin ningún lugar a dudas, esa es Rosalía.
Parto de la base de que no tengo personalmente nada en contra de esta chica, nada me ha hecho, nada ha dicho que me ofenda, ni la conozco tanto como para tenerle inquina. Lo que sí tengo claro es que ha sido catapultada a la fama de la manera más capitalista que recuerdo en mucho tiempo.
De pronto, sin venir de un reconocimiento previo por parte de unos seguidores, de los sellos discográficos ni de la crítica musical aparece un tema más o menos pegadizo que populariza esta chica y que no deja de oírse en todas las radios. De pronto es objeto de seguimiento masivo en las redes sociales totalmente manejadas para tal efecto. De pronto las reproducciones de su canción se hacen millonarias. De pronto aparece en televisión presentada como una nueva estrella de la canción, mezcla de flamenco (¿?) y de ritmos modernos. De pronto se habla de ella en las revistas del corazón, en los suplementos dominicales y en todos los programas de televisión de gran audiencia. De pronto hasta es noticia en los telediarios de las cadenas, no solo españolas. De pronto triunfa en Estados Unidos, sabiendo que eso es tocar el cielo musicalmente hablando y aparece hasta en galas yanquis en las que pocos pueden decir que han participado.
¿Todo es debido a un talento musical fuera de lo común? Evidentemente no, por mucho que los que están detrás de ella promocionándola se empeñen en mostrar como un talento forjado desde la Cataluña más flamenca. Algunos artistas, los políticamente correctos, han hablado de ella como la ola les llegaba, y la ensalzaban, aunque en algunos casos se notaba que hablaban con la boca pequeña. Otros, los que van a lo suyo que es hacer verdadera y buena música han pasado olímpicamente del fenómeno Rosalía. Tampoco ha encontrado apoyo en los puristas del flamenco, siendo denostada por muchos de ellos, aunque todo sea dicho, también los políticamente correctos y los revolucionarios del género han disentido de los puristas alabando la carrera de la cantante.
También me parece extraño que durante el estado de alarma, donde tantos artistas han ayudado con su música online a pasar tantas horas de confinamiento de una manera más amena y solidaria, nada hemos sabido de Rosalía. Curioso cuanto menos… Pero ha sido entrar en la “nueva normalidad” (vaya cursilada de término) y volver a aparecer en los medios. Pero, ¡¡qué curioso!!
A estas alturas de la película ya no está uno para creer que las grandes cosas pasan por casualidad, sólo las que se deben al azar, pero al puro azar, estoy seguro que son casuales. En el caso del éxito inusitado de Rosalía no se puede pensar en la casualidad, sino a un programa de marketing perfectamente orquestado y llevado a la práctica minuciosamente en todos y cada uno de los aspectos que abarca, que son muchos. Mi enhorabuena a quien haya sido capaz de montar tal tinglado, sin duda que también esa persona se ha montado en el dólar y merecido que se lo tiene. En el terreno musical tenemos ejemplos de lo que es lanzar al estrellato a un/a desconocido, gente que en su futuro a lo mejor dejaron de ser estrellas y dejaron de brillar por falta de mérito. Porque de estos “productos musicales” lo que hoy es lo más, poco después pasa a ser lo menos, y no pongo ejemplos porque el lector ya estará pensando en algunos. Hace poco vi un documental del grupo infantil Parchís que trataba este tema, y que lo recomiendo para los que no quieren abrir los ojos, y eso en aquella época, ahora …
Efectivamente que esta chica tiene sus seguidores, no se puede negar, muchos han sido atrapados por la red montada desde su marketing y con poco criterio musical, llevados, como en otros casos, por la moda. No pretendo ofenderlos al exponer mi punto de vista sobre la cantante Rosalía a la que pueden idolatrar, así que mil perdones si alguien se ha sentido despechado.
Otra cosa, no todos los que valen triunfan, ni todos los que triunfan valen. Esto se evidencia en los programas de televisión española donde recuerdan actuaciones de años pretéritos, y al ver y oír a algunos cantantes o grupos piensas: “cierto que recuerdo esa o aquella canción, pero desaparecieron después y jamás se ha vuelto a saber de ellos”. Probablemente porque no tuvieron detrás un marketing que los mantuviera o los aupara aún más, o porque, simplemente, dieron con una canción que triunfó y se pudo deber a la citada casualidad. Lo mismo que recuerda uno a gente con mucha valía que, faltos de un espónsor, se quedaron al principio de una carrera y su vida ha transcurrido por otros derroteros, quedándonos sin su talento.
No sé qué será de Rosalía cuando hayan pasado veinte años, no soy futurólogo, pero dudo que a la edad de Serrat, de Sabina, de Perales, de Miguel Ríos, de Víctor Manuel, de Ana Belén, de Luz Casal, de Silvio Rodríguez, de Pablo Milanés…, incluso de Julio Iglesias, esta chica siga en el candelero musical, aunque sea malamente.