Me parece que no podría volver a escribir un artículo si antes no escribía este.
Justo antes de Semana Santa, en la primavera que a él tanto le ilusionaba, nos dejó Paco Vélez Nieto, escritor, poeta, humanista y articulista en nuestro Sur de Córdoba. Su ancho corazón dijo hasta aquí hemos llegado tras un tiempo de entradas y salidas hospitalarias. No me lo esperaba y cuando Ramón G. Medina me lo comunicó sentí un tremendo dolor que me duró mucho, incluso ahora recordándolo lo vuelvo a sentir.
Cuando heredamos Sur de Córdoba, Paco Vélez ya venía en el lote de personas que Pepe Delgado había reclutado como articulistas. Procedente de la Asociación de Escritores de Andalucía, la cual presidió, llegó desde su amada Sevilla al centro de Andalucía, y han sido muchos años compartiendo escritos con los lectores del sur de Córdoba.
Tuve la suerte de conocerlo en persona cuando en 2016 presentó uno de sus libros de poemas en Cabra, con un éxito de público que confieso no me esperaba y que confirmaba que tenía un gran número de seguidores fieles a sus reseñas literarias y a sus escritos reivindicativos. Esa tarde también participó como invitado a un programa de radio que hacía mi hijo. Ya ha llovido desde entonces, pero ese encuentro sirvió para afianzar una amistad que solo tenía el correo electrónico como mediador.
Hace siete años ya andaba delicado de salud, me pidió que no tuviera que caminar mucho para atender la entrevista de radio y la conferencia posterior, y tranquilamente todo salió como él quiso. Sus ochenta años pasados no se le notaban por dentro, es decir, en su conversación vi a una persona joven, inquieta, inconformista y un grandísimo amante de la cultura. Por fuera se veía su debilidad, su fragilidad, por lo que más ternura despertaba. Hablamos de muchas cosas y noté el pozo de sabiduría que tenía delante. Era tal y como lo imaginaba por sus escritos, irónico en su sentido del humor, cínico y duro en sus críticas al politiqueo que tan poco apreciaba, y burlón ante una sociedad que se le tornaba decadente.
Ha sido el autor de artículos más prolífico de este periódico, como impenitente lector gustaba de escribir reseñas literarias de todo lo que pasaba o había pasado por sus manos, deleitándonos con crónicas de poesía, novela contemporánea, novela negra y hasta cine. Alguna vez tuve que escribirle para decirle que no daba abasto a publicar sus reseñas, que coparía todo el espacio de opiniones, y él siempre me decía: para cuando puedas. Yo le respondía de vez en cuando: meto en la nevera tu artículo. Pero jamás se molestaba, todo lo contrario, me decía que iba a salto de mata y que sus días los llenaba con ello.
Además de otros problemas de salud, la vista le fallaba muchísimo y optamos por usar una letra bastante grande cuando carteábamos. No se lo llegué a preguntar, pero los libros los leía con dificultad, y la escritura igualmente, así me llegaban algunas reseñas con erratas propias de esa deficiencia, supongo, no recuerdo si alguna vez me lo dijo, que últimamente usaba una lupa para la lectura.
Hasta sus últimos días ha sido muy crítico con la situación política en la que nos encontramos, y yo coincidía con él cuando mandaba recados, puyitas y hasta dardos envenenados a quienes habían perdido el norte y ya no se acordaban de los males de la dictadura franquista. Él, a su edad, no había seguido el camino ultraconservador de Tamames o Sánchez Dragó, era un progresista de libro, sin extremismos y con sentido común. Para mí todo un referente.
Cuando terminaban los inviernos solía decirme que otro superado y que la primavera le daría ese aliento de nueva vida, por desgracia este año no ha sido así, pero siempre estará su enorme y embaucadora alma presente en este rincón del Sur de Córdoba.
Hasta siempre amigo.
Pd- y no olvidemos, Paco no lo hacía, que hay una guerra cruel, despiadada y desigual en Ucrania.