Dicen de las iguanas que pueden moverse velozmente entre las plantas y son excelentes trepadoras. Y también que tienen un tercer ojo en la cabeza. Pero nada he leído acerca de si sueñan o no. Que este detalle se lo dejo, íntegramente e impreso, a una de las mejores voces que actualmente se deslizan sobre la piel de esta tierra nuestra en forma de poesía: Angélica Morales.
Pues que en su poemario, El sueño de la iguana, XVII Premio de Poesía Vicente Núñez, concedido por la Diputación Provincial de Córdoba en 2017, y editado en 2020 por Utopía Libros, la poeta turolense destapa el enigma de la iguana y la pone a soñar cual péndulo sidéreo para que quien reciba tantos reflejos quede irremediablemente atrapado, sujeto a Sara; al igual que en su día se quedaron temblando las cuerdas metálicas de Dylan: Ya he dicho que no soy mejor ni peor que Cristo, / pero tengo fe en el hombre cuando el hombre se despoja / de todas las cosas que lo confunden, / cuando pone sus pertenencias al pie de la colina / y deja su casa en las manos de una mujer tan real como / Sara.
Nacida en Teruel, en 1970, y residente en Huesca, Angélica Morales es escritora y directora teatral. Licenciada en Historia Antigua por la Universidad de Valencia. Diplomada en escritura jeroglífica, por la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia. Diplomada en arte dramático por la Escuela del Actor de Valencia. Colaboradora en el Diario 16, Diario del Alto Aragón, en las revistas literarias Turia y Letralia, y en Los cronistas, revista digital de literaria y de actualidad (Ecuador).
A lo largo de su trayectoria literaria ha obtenido varios galardones y reconocimientos: Premio Internacional de Poesía Miguel Labordeta 2011. 1er. Premio “Cuéntale un cuento a La Republicana” 2012. Finalista Premio Ausiás March al mejor poemario publicado en 2012, con “Desmemoria”. Premio Internacional de Poesía Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria 2013. Ganadora de la II Convocatoria Perversus GEEPP Ediciones (Melilla) 2015. Primer premio en modalidad de Poesía del IX Certamen Literario Internacional “Ángel Ganivet” de la Asociación de Países Amigos, (Helsinki, Finlandia) 2015. Ganadora del IV Premio Nacional de Poesía Poeta de Cabra (Madrid) 2016. Ganadora del 42 Premi Vila de Martorell (poesía en castellano) 2017. Ganadora del XLVIII Premio Ciudad de Alcalá de Poesía 2017. Finalista del Premio Planeta de novela 2017. Ganadora del XVII Premio de Poesía Vicente Núñez, de la Diputación de Córdoba 2017. Finalista del Premio Azorín de novela 2018 (Diputación de Alicante – Editorial Planeta) Ganadora del XXVII Premio Nacional de Poesía “Poeta Mario López” 2019 de Bujalance (Córdoba)
Y entre sus libros publicados están: La huida del cangrejo (novela) Editado por Mira, Zaragoza, 2010. Desmemoria (poesía) Editado por el Gobierno de Aragón, 2012. Asno mundo (poesía) Editado por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, 2014. Monopolios (poesía) Editado por Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2014. Palillos chinos (novela) Editado por Mira, Zaragoza, 2015. Pecios (poesía) Editado por GEEPP Ediciones, Melilla, 2016. España toda (poesía) Editado por Hiperión, Madrid, 2018. Mujeres rotas (novela) Editado por TerueliGRáfica, Teruel, 2018. Las niñas cojas (poesía) Ediciones En Huida, Sevilla, 2019. El sueño de la iguana (poesía) Utopía Libros, Córdoba, 2020.
Toda una aventurera de la palabra que ve más allá de la bruma y que sin reparo alguno enseña vibrante su desnudez, siempre viva y alerta porque el apóstol deje su huella intacta: Un apóstol a pesar de formar parte de un rebaño, / es un hombre individual / porque abandona a sus muertos / para que sus muertos se entierren solos / y olviden el sueño que los vio nacer. O derrama la soledad más abrupta adornándola de objetos aparentemente elementales: Si agarro un cigarrillo y al mismo tiempo una copa, / (si después de apurar el contenido de la copa quiero alcanzar la botella / arrojar más licor / darle una chupada al cigarrillo / intentar atrapar con la mano libre un cenicero para depositar la ceniza) / acabaré tirándolo todo al suelo. / Es entonces cuando me doy cuenta de que estoy solo.
En El sueño de la iguana, Angélica Morales se echa a los pies de una colina por donde revolotean sin tregua los resplandores de Sara, Alberto y Óscar, quedándose ella misma inmortalizada, cuerpo glorioso, como si de una representación ornamental y onírica se tratara: Si prendo una cerilla, / si me llevo el humo a los labios, / si después de una jornada estéril me desnudo / y dejo mi cuerpo temblar, / llegará Sara con una joya en forma de fruto ardiente / y me dará de beber el alma de mis dos hijos / y me dará de comer las migajas de mi patria. / De este modo sostengo lo incierto.
Dicen de las iguanas que pueden moverse velozmente entre las plantas y son excelentes trepadoras. Y también que tienen un tercer ojo en la cabeza… Así son los poemas que nos muestra Angélica Morales en El sueño de la iguana: ágiles, elevados; y con la dádiva añadida de poder visionar el aura, como Rampa: Tengo una taza de café en la mano y miro hacia afuera de / la vida. / El cristal está sucio de gotas. / Doy un sorbo y observo las cosas lejos. / El tiempo cambia de lugar los objetos o la mano de Dios. / El caso es que ayer esa grúa amarilla no estaba, / ni tampoco las cigüeñas que ahora la pueblan. / La grúa es de color amarillo, / como las cartas de una novia muerta. / También es amarilla la bestia que muestra sus ojos en la / oscuridad / y la poesía que no se lee / y las madres que guardan el amor bajo el felpudo de su / sexo.
El sueño de la iguana, de Angélica Morales, una obra poética distinta, libre e inmersa en los entresijos de la acción de soñar. Y hermosa, al igual que “Mina”, si se me permite añadirlo. Ya decía Federico García Lorca, según apunta Angélica en una de las citas del libro: Vendrán las iguanas vivas a morder / a los hombres que no sueñan…