Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Lucha o lema de vida

No se puede venir a la vida a honrar, gustar o beneficiar a la ignorancia. No se puede venir a la vida a que cualquier confusión-desinformación-manipulación se fortalezca por ti. No se puede venir a la vida a regalarle todas tus decisiones al enfrentamiento gratuito o a la violencia. No se puede venir a la vida para crear una maravillosa apariencia de que haces las cosas bien cuando, en el fondo, en neto, en dignidad, en trigo limpio, no las haces bien. Así es.

Es fácil de entender, eso está más que claro, digamos, para mucho tiempo o para toda una vida; por eso ya es considerado como un lema de vida por el cual se lucha sin parar, con una honra y sin miserables (o irracionales) desmotivaciones.

Sí, a nadie sensato se le ocurre ir a sembrar un árbol bien olvidándose de la semilla, ni ir a tocar la guitarra muy bien olvidándose de la guitarra, ni ir a cuidar muy bien a su madre olvidándose de visitarla ya alguna vez al mes; a nadie se le ocurre tener bueno un conocimiento sin rigor, o tener una buena salud sin moverse siquiera, o tener un buen camino en la vida sin haberlo aún empezado.

Porque, en definitiva,  no se puede dar posibilidades a la estupidez, ni a la vanidad (en uso de recursos vitales o públicos), ni a la ceguera-incompetencia-dejadez sobre cuáles son las verdaderas responsabilidades de tu vida. No es éticamente admisible que NO LUCHES por alguna gran necesidad del mundo o por alguna de tus ineludibles responsabilidades, un día y otro, por motivación.

En claridad, cualquier bien (para/con la sociedad) lo debe mover alguien, lo debe sentir fervorosamente alguien, lo debe difundir hasta la saciedad alguien y lo debe amar de verdad (a veces con bastante vocación) alguien. ¡Que no haya aquí “atravesados”!; ningún bien social nace solo o se reproduce ... ¡sin nadie!

Martin Luther King tuvo un lema de vida que se convirtió en su lucha, que era precisamente el acabar con el racismo y con la intolerancia en el mundo; sí, el título de este artículo ya estaba contemplado por él, pues dijo: “Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de vivir”. Y es ciertísimo, si tú no tienes una lucha por la que morir, ¿qué confianza ya vas a dar tú al mundo de que harás un bien sin apenas moverte?

Con eso, ¡seamos dignos!, ¡por favor!, no se puede venir a la vida a tomarle el pelo a la misma vida, no se puede venir a la vida a hacerle un juego sucio a cualquier responsabilidad, no se puede venir a la vida a negarle la dignidad (por defecto o por capricho o aun por lo que sea) a nadie.

Algunos hasta se creen más que otros (ya por meter veneno) en una fraternidad humana. ¡No!, un andaluz de Lucena no es más andaluz que otro de Priego de Córdoba o que otro de Cuevas de San Marcos. Nadie, ni tú ni aquél, por disentimiento gratuito, es más que nadie, aunque ya tenga dinero o aunque ya tenga muchas influencias.

¡Claro que sí!; lo único que ocurre es que unos hacen más que otros por algo bueno o, marcando diferencias, luchan sin excusas y de verdad por algo bueno. ¡Eso es!