En verdad, no todos sufren lo mismo ni reciben los mismos daños ni tienen las mismas indefensiones para sobrevivir. Un perro al cuidado de una familia que ama infinitamente a los animales no sufre lo mismo que otro perro abandonado tras ser apaleado y luego quemado vivo por una jugarreta de unos gamberros.
Es lo mismo que decir que no todos los seres humanos reciben las mismas incomprensiones o intolerancias, ¡claro!, ni las mismas dificultades por comer (por ejemplo) ni los mismos respaldos (por parte de las instituciones) ni las mismas ventajas para hablar ni las mismas injusticias.
Es lo mismo que decir que no todos los inocentes niños tienen las mismas atenciones vitales, ni los mismos recursos para que desarrollen sus capacidades, ni los mismos mimos o sobreprotecciones ideológicas o culturales, ni las mismas consideraciones sociales porque (por un camino justo) sean felices o porque se integren. Obvio.
Por tanto, no todos sufren lo mismo y las barreras irracionales que imponen casi todos tienen mucho que ver para que aumenten (casi sádicamente) los sufrimientos; pero me refiero a los sufrimientos evitables, sí, a los sufrimientos que se generan (o se preparan) solo por falta (en cada uno) de responsabilidad, por falta de una reprobación moralmente activa en donde nunca (totalmente nunca) se consienta una mínima complicidad con una desinformación, con una mala valoración social (o sea, interesadamente sobreproteccionista) o con una sinrazón.
¡Sin duda alguna!, el machismo solo fue una “estética social” convenida por los que más poder o voz tenían-amasaban en las primeras civilizaciones humanas, y el esclavismo también, y cualquier establecimiento social desequilibrado (o que se ha adoctrinado en desequilibrio).
Más claro lo digo, ése valorar humano en función de unas formas de comportamiento social que siempre han abusado o que siempre (autoritariamente) se han impuesto para todos ya como verdades hechas, sagradas, intocables o incontestables, es la primera causa de que prevalezcan (en consecuencia) siempre unos valores erróneos o falsos, aunque masiva o ciegamente se hayan protegido.
Porque los valores éticos fueron, son y serán siempre los que están al lado de una autocrítica incesante (basada en admitir nuevos conocimientos y nunca en rechazarlos o en negarlos), la cual en sabiduría lo cuestiona todo en sociedad (no lo idolatra ciegamente como se hacen con las estéticas), por supuesto, siempre y cuando se haga racionalmente, sin demasiadas dependencias emocionales o en equilibrio.
¡Sí!, son “los problemas creados” los que generalmente crean los sufrimientos, es obvio, no los que estaban mínimamente dispuestos por la Naturaleza.
Es decir, me refiero a esos problemas inventados a partir de la información social cocinada por miles de intereses (religiosos, económicos, estéticos o narcisistas, de vacuo protagonismo, políticos, patriarcales, etc.) y nunca jamás por escucharse (al fin) a una persona sabia (sin trampas irracionales) que antes y ahora ningunean imparablemente, en machacamiento, ¡sin cesar!