Paloma Sobrini Sagaseta de Ilurdoz
Si no me fallan los cálculos, en España para cada 1.000 ciudadanos tenemos aproximadamente 1 arquitecto. En estas circunstancias (en vista de la escasísima oferta de empleo) se nos dice que sobran la mitad de los arquitectos puesto que España está consolidada tanto en el tema vivienda como en el tema obra oficial. Hay un stock de más de un millón de viviendas en España sin vender y pocos pueblos o ciudades, de cierta envergadura, en el territorio nacional no disfruta ya su polideportivo, biblioteca, centro de salud, incluso auditorio o palacio de convenciones. El arquitecto se está reinventando a sí mismo y emigrando a países emergentes ya que nuestra capacidad esta internacionalmente reconocida.
Tenemos 2,5 médicos por cada 1.000 ciudadanos en la sanidad pública. Otro 28% de los médicos trabajan en el sector privado. Parece una cifra alarmantemente baja porque no hay ciudadano que, más bien antes que después, necesite la asistencia de un médico.
Respecto a los ingenieros, agrupando las diversas ingenierías, en España tenemos algo más de 5 ingenieros para cada 1.000 habitantes. Parece ser que ‘sobran’ ingenieros ya que vemos un paro inmenso entre los miles de jóvenes ingenieros que no tienen más remedio que emigrar a países (como Alemania) para ejercer su profesión. Esto supone una fuga de cerebros desoladora, una fuga de potencial que nos empobrece y una pérdida irreparable de conocimientos que se han adquirido a través de nuestras universidades, entre todos financiadas, para que ahora se beneficien otros países que se encuentran con unos profesionales perfectamente cualificados a coste cero.
Todos empezamos nuestra vida profesional con solo la ‘caña de pescar’ de nuestros conocimientos, conseguidos con gran esfuerzo, con ilusión y empezamos a trabajar con unas inmensas ganas de ejercer la profesión de modo responsable y plena.
Se podría seguir con mas profesiones pero con estas (como ejemplo) me basta para plantear la cuestión que tanto nos preocupa.
La pregunta que me hago, que nos hacemos, es inmediata e inevitable. ¿Cómo es posible que para cada 1.000 ciudadanos tengamos 8 políticos? ¡Casi un político para cada 100 habitantes!
¿Cómo es posible que algunos ocupen cargos públicos sin haber, durante al menos unos años, ejercido una profesión o desarrollado un trabajo de gestión en lo público que diera fundamento, conocimiento y garantía de buen hacer en el cargo que, sin apenas experiencia en lo que es el trabajo en la vida real, van a ocupar?
¿Cómo es posible que frente a los extensos CV que todos hemos de presentar (acreditando nuestras capacidades para acceder a un puesto de trabajo) a menudo cuando se accede a un cargo político el mayor valor que se considera es la incondicional fidelidad a los partidos políticos? ¿Qué experiencia en gestión acreditan los más de 400.000 políticos que hoy en día gestionan nuestro patrimonio y la administración pública?
Evidentemente estamos ante una situación completamente insostenible.
Ante estas situaciones cada vez más alarmantes y un sistema que está permanentemente demostrando su ineficacia nos preguntamos: ¿Por qué no se ha tocado ni recortado la grandísima partida de gastos que supone la clase política? No solo los gastos directos sino los indirectos derivados de estos cargos (que todos conocemos). ¿Cuándo vamos a plantear un cambio radical en la estructura del Estado, que es lo que nos está lastrando y ahogando?
¿Por qué nuestros dirigentes son incapaces de llegar a un acuerdo político, como se hizo hace 30 años con la Carta Magna, y definen por consenso que modelo de España necesitamos, queremos y podemos tener?
Debería hacerse como en el Vaticano. Todos encerrados, obligados a dialogar y pactar, hasta tener fumata blanca. Es la única manera de sacar España adelante, lo sabemos los ciudadanos y se lo exigimos a los políticos.
Paloma Sobrini Sagaseta de Ilurdoz
Arquitecto
Añadir nuevo comentario