Escuchaba ayer a la portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, Soraya Rodríguez, demandar de Mariano Rajoy diálogo con el gobierno catalán de Artur Más, tras la “amenaza” de su socio trilero en el timo de la estampita, Josep Antoni Duran i Lleida (no dirán que no copio bien el catalán...), de una declaración unilateral de independencia por parte del Parlamento de Cataluña.
Esta vallisoletana, a la que tal vez limite políticamente su cercanía a Alfredo Pérez Rubalcaba, pero que creo que tiene mimbres para moverse con éxito en este mundo, se anotaba para sí y para su partido la solución del diálogo como la mejor para poner fin al contencioso que el bipartito catalán ha planteado al Estado, como si desde el Gobierno del P.P. se hubiese optado por la confrontación y hasta casi por la lucha armada contra los catalanes.
Sucede que cuando se está en la oposición y, además, no se tiene nada claro qué se podría hacer si se estuviese en el gobierno, hay quienes recurren, como en el caso de la portavoz socialista y algunos de sus compañeros de escaño y partido, a la demagogia de propugnar lo que otros ya practican, intentando quedarse con los derechos de autor pero sin ser capaces de cantar ni una sóla nota.
Porque vamos a ver Dª Soraya, que otra cosa sino diálogo ha ofrecido Mariano Rajoy al gobierno catalán desde que este, chantajeado por su socio de ERC, como ya hiciera con el PSC de Montilla en la etapa del tripartito, planteó la estúpida propuesta de realizar un referendum sobre la autodeterminación de Cataluña.
Lo que ocurre, señora portavoz, es que, quizás usted no lo sepa, el diálogo se establece entre dos y no desde la imposición de uno sobre el otro. Y en este caso, mientras Más y su tapado, Oriol Junqueras, pretendan imponer su propuesta ilegal e inconstitucional de independentismo, está claro que no puede avanzarse en un diálogo viciado e inútil desde el principio. Eso sí, a no ser que usted y su partido propugnen limpiarse el trasero con nuestra Constitución o sigan las directrices que en su día marcó el ex presidente Rodríguez Zapatero en el sentido de que a Cataluña y a su estatuto habría que darle cuanto el gobierno catalán pidiese, lo que representó la antesala de la escalada nacionalista que ahora vivimos.
Y en todo caso, sería bueno que la portavoz del PSOE cantase alguna nota y nos explicara sobre qué debe establecerse el diálogo y si está dispuesta ella y su partido a iniciarlo con la imposición del independentismo por parte de su interlocutor.
Demagogia, pura demagogia, que encuentra su mejor expresión en la desarmonía de voces entre PSC y PSOE y en los bandazos continuos que ambas formaciones vienen dando en política autonómica, lo que ya se viene denunciando desde las propias filas socialistas en otras comunidades autónomas.
Mucho más claro que Soraya Rodríguez, desde luego nada demagógico y mucho más racional, ha sido el barcelonés José Manuel Lara Bosch, actual presidente del Grupo Planeta, al afirmar con rotundidad que la independencia es imposible y añadir un argumento de mucho peso: ¿De dónde va a sacar el gobierno catalán, el día siguiente de proclamar la independencia, los fondos necesarios para pagar las pensiones de los jubilados y los subsidios del desempleo? Porque claro, como decía Lara, una vez independientes, dificilmente podían solicitar al Estado español que le enviase fondos para un capítulo social tan importante como ese.
Aquí, excelentísima señora portavoz, sólo uno es el que tiene que caerse del burro y recuperar la vista y ese no es otro que el gobierno de Cataluña, renunciando a su desatino independentista y aveniéndose a negociar un modelo de financiación autonómica solidario con el resto de la Comunidades españolas y por el que no se vean perjudicados los propios catalanes.
Lo demás, el independentismo, no se lo vamos a permitir el resto de los españoles que, por cierto, a la hora de contabilizar votos, algo que tanto parece gustarle al Sr. Más, somos abrumadora mayoría frente a los que apoyan las tésis de CDC y ERC.
Y ustedes, los socialistas, los que ostentan el poder en el PSOE, sean leales con la Constitución, con el Estado y, por ende, con el resto de las CC.AA. y canten todos a una, de forma templada y como acompañamiento al Gobierno, ahora que les ha correspondido ser oposición, la defensa de la unidad de España y del Estado de la Ley, a no ser que prefieran quedar en evidencia.
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