A una semana de las elecciones andaluzas, con la serenidad que te da el paso del tiempo, fuera de todo momento caliente y cegador, alejado de la estupefacción que me produjo el resultado de las mismas me atrevo a escribir para analizar, no el sorpresivo resultado, sino el panorama que se nos presenta en el futuro inmediato.
Debo de volver a preguntarme para qué sirven las encuestas de los distintos medios, incluida la del CIS, sino es para calentar el ambiente, para vender noticias y para que no nos podamos olvidar de la política. Además de eso, nada, datos que se obtienen con formas de preguntar muy sesgadas según la ideología del medio que realiza la encuesta, por eso luego salen más a favor de la derecha si el medio es tendente a ella, y lo mismo con la izquierda. Tampoco sirven de nada los debates en la televisión, tanto estudio milimétrico de espacios y tiempos, tanto enfrentamiento pueril, tanta estratagema de los asesores es puro postureo, a una inmensa cantidad de gente le importa eso bastante poco. Y de los mítines mejor ni hablar, eso se ha convertido en un día festivo para juntarse los más acérrimos del partido, aunque cueste horas de autobús, para llenarse el ego pensando lo buenos y salvadores que son arropando a su líder, que sólo en campaña se acuerda de ellos.
Había cosas claras, por ejemplo, que el PSOE iba a bajar, lo que no se esperaba era tanto, porque la corrupción en tiempos de Chaves y Griñán no ayudaban a Susana Díaz. Tampoco la gobernabilidad de Pedro Sánchez en Madrid, puesto ahí por los votos de independentistas y terroristas a los que una y otra vez rinde pleitesía. Estaba claro que Susana Díaz jugaba “sola y con lastres”, ni siquiera la vicepresidenta del gobierno le ha echado una mano, Carmen Calvo es para mí la gran ausente de esta campaña, y si no se lleva bien con los susanistas debería de haber hecho de tripas corazón, porque el PSOE ha podido seguir siendo puntero gracias a Andalucía, sin los votos andaluces no es nada. Además, creo que Andalucía debería de estar por encima de sus guerras personales.
Pero el batacazo ha sido tal que ni unidos a los de Podemos e IU (en la fórmula Adelante Andalucía) logran llegar a la mayoría absoluta. Porque es que también estos han bajado y siguen buscando las razones. Mi opinión es que el electorado de IU no termina de ver la unión, y si sumas que Teresa Rodríguez no ha conseguido desunirse de Iglesias pues ahí está la cuestión. Hay mucho descontento por aquí con los Podemos de Madrid, la anticasta se ha convertido en un miembro más de la casta política española, además sin sonrojarse lo más mínimo y con un descaro que ha dejado a muchos de sus antiguos votantes con cara de no volver a creer en nadie. También Teresa Rodríguez ha estado sola en campaña, en este caso mucho mejor para ella.
Lo más sorprendente y de lo que más se habla en todos los sitios es de la llegada de VOX dando un portazo. Yo hace algo más de un mes escribí sobre ello, por desgracia me adelanté y acerté, y no es que sea pitoniso, es que se veía venir. Los políticos que tenemos son torpes, muy torpes, se han dedicado a hablar muchos minutos de su tiempo electoral, no a lo que tienen previsto hacer, sino a que VOX era el lobo feroz, VOX por aquí y VOX por allí. Vamos, que un partido que no tenía representación parlamentaria y que no disponía de espacios gratuitos en la radio ni en la tele era el protagonista de las tertulias. Y si sumamos la cantidad de memes que, atacando la laxa política de Sánchez con los independentistas, han desplegado los de VOX en redes y chat, unidos a los del urgentísimo desentierro de Franco del Valle de los Caídos, pues da como resultado que personas fácilmente influenciables se inclinen por castigar esas políticas y a esos políticos votando a la extrema derecha.
Las televisiones, aunque unas más y otras menos, todas tienen también algo que ver con el tema de VOX. Con el pretexto de informar se decantan por dedicar muchos minutos a hablar de quienes quieren romper la unidad de España, y he podido vivir con rabia cómo a pocos días de las elecciones en Andalucía se hablaba más de los independentistas catalanes y de sus incontables estupideces que de lo que pasaba en nuestra tierra. Yo entiendo que haya personas hartas de todo esto, viendo lo que yo y diciendo basta, y ese basta es un voto para VOX. No digieren de otra manera más intelectual la actualidad que nos quieren mostrar, no tienen más argumentos razonables o carecen de ellos para ver eso, que en sí es penoso, de otra manera que no sea la vuelta a un pasado empeñados en rememorar.
Pero sin duda, los que han ganado las elecciones andaluzas son los abstencionistas, que unidos a los que han votado nulo o a los del voto en blanco sí que alcanzarían la mayoría soñada por cualquiera de los líderes de los partidos. Esos sí que están hartos de todo y de todos. Decir ahora que la mayoría de los que se quedan en casa son de izquierda es una simpleza más de las muchas que se oyen. Lo que sí son es gente a la que no le merece la pena ir a un colegio electoral porque el desencanto rebosó el vaso de su paciencia. Y esto es tan triste y penoso como la irrupción de VOX.
La culpa es de los políticos, sin paliativos, esos que levantan las manos en señal de victoria, rodeados de sus palmeros y creyéndose ídolos de masas, aunque no hayan ganado o incluso habiendo bajado en muchísimos votos. Con discursos falsos, repetidos hasta la saciedad, alejados de lo que le interesa a la gente de la calle. Políticos sin escrúpulos que viven de la política, por eso la sirven sin inmutarse. Gente que hoy dicen una cosa y sin el menor recato mañana dicen lo contrario, y ni les tiembla el habla ni el pulso. Y así son todos, de todos los colores, de todas las ideologías… y siempre sálvese quien pueda.
La extrema derecha ha llegado para quedarse, están dentro de un sistema en el que no creen, pero se aprovechan de él. Un sistema democrático tan frágil que todos abusan de él, lo ridiculizan, lo maltratan, lo marginan, lo deshonran y hasta lo violan. Claro, como tampoco hay un buen sistema judicial detrás de lo proteja, lo ampare y lo defienda, pues ancha es Castilla…
Y no voy a dar mi quiniela sobre los pactos, sea como sea todo es malo, es lo único que tengo claro, y lo que de verdad me pide el cuerpo es que no haya acuerdo posible y que se vuelva a votar, al menos veríamos si todavía queda algo del pueblo andaluz que sí salió a la calle aquel 4 de diciembre del 77 para decir que no somos menos que otros. Después el 28 de febrero derivó en un decir no a la propuesta de la derecha, Suárez comenzó su declive y gracias a eso el socialismo ha gozado de casi cuarenta años de gobiernos, algunos cortijeros y soberbios. Las elecciones del 2 de diciembre han servido para decir no a ese socialismo clientelar, eso seguro, pero no quiero ni pensar que a la vez Andalucía quiera volver a la sumisión de la derecha más reaccionaria, y son Ciudadanos y el PP quienes tengan que debatirlo.