Víctor Salazar Benítez
Han pasado ya unos meses desde que escribí en este mismo medio un artículo en el que exponía mis razones para no votar en las elecciones municipales que entonces se avecinaban. Ahora, y parece que fue ayer, va a haber una nueva convocatoria electoral, en este caso las generales, y desgraciadamente poco o nada ha cambiado. Más bien mis convicciones y razones se han afianzado cuando echo un vistazo al panorama actual.
Después de los comicios locales me he encontrado con cosas y casos muy significativos. Ayuntamientos gobernados por la coalición PP-IU; mociones de censura como en Pozoblanco en donde un partido de independientes escindido en su día del PSOE por discrepancias “irreconciliables”, se alía a él para echar del consistorio al Partido Popular que había ganado las elecciones; pactos que en principio pueden parecer más “naturales” como el de PSOE-IU en Lucena pero que conforman un gobierno que nada tiene que ver con la teórica izquierda y cuya primera medida que toman es subirse los sueldos y comisiones al tiempo que recortan capítulos de bienestar social; candidatos que se presentan y que la gente confía en ellos por encima de las siglas pero que abandonan su puesto dejando vía abierta a su número dos y a las exigencias de sus socios de gobierno (de nuevo Lucena) … Y mientras tanto, más datos. Si hay países que como consecuencia de la crisis se escandalizan cuando su cifra de paro alcanza el 10%, aquí superamos mes tras mes el 20 %, y lo que es peor, en la provincia de Córdoba llega al 33%, contabilizándose en los tres últimos meses 20.000 desempleados más.
Pero parece que nos acostumbramos a cifras como ésta y quedamos indiferentes. Pasa como las víctimas de los accidentes de tráfico: no le otorgamos importancia hasta que nos toca. Aquí, cuando un familiar o uno mismo se queda en el paro es cuando nos damos cuenta de que la crisis es real. Mientras tanto no. Vemos gente en las terrazas, en los bares, los medios nos abruman con la operación salida, las imágenes en las playas, los chiringuitos, … Claro, no van a sacar quien se queda en casa porque no llega a finales de mes. No sacan el caso (uno más entre un millón) de una amiga que trabaja en una fábrica de muebles en Lucena y que ahora ha cobrado 300 euros a cuenta del mes de mayo. Una vivienda que en teoría en su día era una inversión para ponerla en alquiler, está vacía, no puede pagar la hipoteca y el banco se quedará con ella. Lógico, pero si no tiene casi ni para las necesidades más básicas. Que le pregunten a ella donde se va ir de vacaciones. Que le diga ZP o quien sea que se está saliendo ya de la crisis y que lo peor ha pasado.
Pero no importa: el 21 de noviembre, un día después de las elecciones, todo estará arreglado. Gobierne quien gobierne. Previsiblemente Mariano Rajoy pero aunque lo hiciera Rubalcaba. El primero dice que no habrá más recortes pero en las comunidades que gobierna se escuda en la herencia dejada por los socialistas que ha dejado las arcas vacías. Y el candidato socialista tiene la desfachatez de decir que él sabe cómo salir de esta situación. ¿Por qué no lo ha dicho entonces en Consejo de Ministros? ¿Por qué no se lo ha sugerido a su amigo y compañero Zapatero?
No distingo políticas y propuestas de izquierda de una de derechas. Veo a dos candidatos que han estado toda la vida ahí, que ya los conocía desde que era adolescente y que no traen la corriente de aire fresco necesario. A otros partidos les pasará igual: sumarán votos, quizás más que en elecciones pasadas, pero no alcanzarán cuota de poder por un sistema electoral injusto y que les castiga. Y cuando consiguen algo, la fastidian al pactar con uno de los grandes y no desarrollar una política propia y coherente.
Vendrán otros y todo cambiará para quedarse igual. Harán una nueva ley de educación y ni yo ni nadie sabrá cual será el futuro académico de mi hija. Los grandes bancos seguirán ganando y obteniendo beneficios (por cierto, se ha producido un hecho inédito pero lógico, el presidente del BBVA, Francisco González, ha mostrado públicamente su apoyo al líder del PP. Ya sabemos por donde van a ir los tiros). Las grandes fortunas se salvarán con sus paraísos fiscales. Seguiremos sabiendo que los sueldos de los ejecutivos del IBEX suben pese a las pérdidas. La entrega de llaves del piso no servirá para saldar la deuda de la hipoteca. Tendremos noticias escalofriantes como la conocida de que a un puñado de inmigrantes le han extirpado el riñón a cambio de 8.000 euros. La clase media seguirá soportando el peso de la crisis.
Ante este panorama, solo me cabe dar mil gracias por contar con un trabajo. Y lanzarme al agua (si me dejan al no cerrarme más piscinas) y nadar y nadar. Sumergirme y aislarme en un medio en el que no oigo nada, no veo más que losillas y agua, solo yo con mis pensamientos, … Pero ni tan siquiera con esto puedo evadirme. Organicé el reto de “Abierto al amanecer” en el que nadé durante cinco horas desde que empezaron las primeras luces de un nuevo día para llamar la atención sobre la situación de ciudadanos que lo pasan mal. Y de recaudar fondos para quien trata de ayudarles como el Comedor Social de Caritas. Reto superado, imágenes con los brazos en alto al salir de la piscina, muchas felicitaciones, … pero yo me recuperé del esfuerzo y seguí con mi vida cotidiana. Poco mérito tengo pues. Mérito aquel padre de familia que tiene que rebuscar entre lo imposible por sobrevivir. Mérito el de instituciones como Caritas que no solo desarrollan una acción un día en concreto, sino todos los días del año.
Centraros en ellos, señores candidatos. Esa es la España real. Quizás, si algún día lo hicieseis, reconsiderara mi postura y me animara a pasarme por un colegio electoral. Mientras tanto yo, que someto a mi cuerpo cada día a un entrenamiento exhaustivo y a un sobreesfuerzo extraordinario, no gastaré ni un ápice de fuerzas en depositar una papeleta en una urna.
Víctor Salazar Benítez
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