Hoy hace un día nublado, una mañana en la que comienza el verano un poco raro, algo fresquita, tras una semana de intenso calor, en este sur de Córdoba con sus cielos azules despejados propios, habituales en esta época...
El cambio climático ya es un hecho, han variado los ciclos de agua, llueve menos y en ocasiones de manera devastadora. Apenas hay transición entre el verano y el invierno, entre las temporadas de invierno y de nuevo la del verano. Casi han desaparecido de nuestro vocabulario estacional el otoño y la primavera, aunque ahora se escuche cada vez con más frecuencia que estamos en “veroño” con sus ropas propias, sus meses con sus tardes largas o menguantes, para pasar de golpe de un día para otro del calor al frío o al revés.
Hemos aprendido en estos últimos años términos meteorológicos sofisticados como: “DANA” (también llamada gota fría, que es una Depresión Aislada en Niveles Altos), que no es otra cosa que es el resultado del choque de una masa de aire frío en altura, con aire caliente de la superficie, que da lugar a chubascos y tormentas. Hemos descubierto conceptos procedentes de los ciclones, “la ciclogénesis explosiva” se suele referir a los procesos que experimentan las borrascas explosivas en latitudes medias o extra-tropicales y no a los ciclones tropicales, aunque nosotros estemos tan alejados de esas latitudes en el mapa. También nos suena por el uso de lo vivido la palabra: “calima del Sahara” que ya nos había llegado en otras ocasiones, pero nunca como la que vivimos hace unos meses. Cuando una buena parte de todos los microorganismos en algún tiempo vivos, pero ya hoy sobradamente muertos en los antiguos lagos del Sahara, hechos fragmentos de polvo, micras voladoras transportadas en el viento y depositadas a miles de kilómetros, hasta precipitarse en caída libre con las lluvias en estas zonas. La calima de aquellos días, un fenómeno meteorológico infrecuente para nosotros en nuestra atmósfera, que va siendo más común. Las micro partículas de polvo provocaron imágenes curiosas, fotografías sepias de nuestro entorno, que el aire tuviera un aspecto opaco y turbio, que el cielo se viese de color amarillento o anaranjado, que nuestras calles, parques, terrazas, balcones, fachadas de casa y coches se rebozarán en barro varias jornadas...
Y en todos estos fenómenos meteorológicos todos/as de alguna manera hemos colaborado, poco a poco con nuestras acciones, mirando hacia otro lado o con desprecio al campo, a los ganaderos, al pastoreo tradicional. Hemos creído que nuestros recursos eran ilimitados, que nuestros bosques se repoblarían súbitamente, pero cada vez son más exiguos y están más quemados. Masas verdes que podrían atrapar nuestro exceso de dióxido de carbono... Pero hemos elegido la extracción masiva de agua de todo el subsuelo, secando los acuíferos de siempre, matando ríos, lagunas, impidiendo la vida que en ellos había, hemos seguido talando árboles de gran porte, variados y mediterráneos, hemos plantado otros más productivos... Hemos seguido urbanizando macro pueblos, ciudades, polígonos industriales, con multi-centros comerciales como alternativa de ocio, de cultura, de disfrute y consumo...
Con nuestra expansión capitalista hemos creado un modelo de vida, del que vive y se alimenta mucha gente, con nuestra industrialización no siempre razonada, ni planificada, hemos avanzado, pero sin comprometernos o concienciarnos con el futuro, con el medio natural, vegetal, animal, atmosférico y saludable...
Es curiosos como las sociedades más jóvenes, una parte importante de ella, no les inquieta teóricamente su futuro, su medio ambiente, no siempre son los más civilizados con el entorno, pues su ocio se desarrolla lógicamente pasando más tiempo en la calle todo el año. Entiendo que sus hábitos de vida estén asociados al consumo de hamburguesas, bocatas, pizzas, dulces y botellones, desde sus coches, en los parques y rincones de nuestros pueblos, en las afueras de barrios donde aparcan, con la cantidad de envases que eso supone al ser retirados de sus lugares de venta. Muchos de ellos/as mientras comen o beben, mantienen sus motores encendidos, consumen y tiran sus latas, sus cajas, sus desechos en cualquier lugar, ajenos a las papeleras, ignorando los contenedores o la posibilidad de recogerlos en sus bolsas correspondientes, arrojándolos al lugar donde regresarán en los próximos días...
Las claves económicas han sido la razón de ser en el pasado, también en nuestro presente, cuyo objetivo es la ganancia máxima, pero no de los sectores primarios, sino de los intermediarios, incremento del precio de nuestra compra básica, sin acabar de entender en este último año porque nos cuesta tanto la luz, por que pagamos tanto a las grandes empresas eléctricas, petrolíferas o de gas... ¡Sube el coste de la luz, el precio de la gasolina, del gasoil y de todo! Mientras el calor aprieta y aceleramos el movimiento del abanico de siempre, al igual que vuela el registro de nuestro contador.
Los humanos somos dados a la queja de igual manera que al derroche, mientras la cuenta corriente, o la tarjeta de crédito y débito lo permita, queremos más de todo, más grande, más rápido, más técnico, más informatizado y robótico, con una marca bien conocida y no de otra, aunque parece que este consumismo se va frenando un poco por las oportunidades que ofrece el mercado de segunda mano en algunos productos, etc.
Puedo entender que, en estas jornadas de tanto calor, al llegar las tardes algunos atrevidos abandonemos nuestros puestos de trabajo una vez cumplidas con nuestras obligaciones, también el confort de nuestros hogares, de su aire acondicionado, de sus persianas bajadas, alejándonos del frigorífico. Que nos atrevamos en el inicio de la noche buscando un poco de aire salir a la calle un rato, cuando refresca y que en esa salida diaria mucha gente escojamos caminar, buscar las circunvalaciones de nuestros pueblos, las barriadas más periféricas y andar cada uno a su ritmo, al amparo de cascos musicales, acompañados de sus teléfonos móviles o de otras personas o solos, con nuestras mascotas cuadrúpedas...
Te propongo con este artículo de lo común, cambiar la inercia destructiva de nuestro entorno con pequeñas costumbres que nos hacen convivir y sobrevivir al calor de siempre, pero más cálido, con más olas de calor en este o los próximos veranos, con más intensidad para todos/as. Creo en los gestos individuales, en los cambios que están en nuestra mano, en nuestras vidas cotidianas, en lo que puedo y quiero hacer, en esas actitudes poco visibles que crean conciencia bio-climática individual, puede que, en una casa o familia, que cree en el reciclado a su manera, en el mercado justo o de segunda mano cuando se puede, que se vincula al medio-ambiente como estilo de vida usando los recursos a su alcance, hechos posibles para ti y para mí...
Mientras seguimos abanicándonos, sudando y caminando día a día, por este caluroso mes de junio, superando la primera gran ola de calor entre trago y trago de agua fresquita.