Juan Luis Valenzuela
Ariza, “El último mohicano”
No deben de ir mal encaminadas las anteriores “batallitas” que he narrado cuando ningún grupo de los tres reseñados hasta ahora -PSOE, IU y PP-, se sienten plenamente satisfechos con mis análisis aunque me digan que están parcialmente de acuerdo. Incluso a alguno le ha parecido “una barbaridad” lo escrito. Ciertamente no escribí esta serie de artículos que se me encargaron sobre las perspectivas electorales en Cabra para agradar a nadie, sino para hacer público mi modesto análisis y mi acertado o incorrecto vaticinio. En todo caso, como lo escrito, escrito queda, retaría a quien calificó uno de los dos anteriores artículos como “una auténtica barbaridad” para que el 22 de Mayo, por la noche y contabilizadas las urnas, contrastemos los resultados reales con los que he augurado. Creo que en poco diferirán.
Y dicho esto pasemos a analizar la situación política en que la se halla tanto el Partido Andalucista como su candidato en Cabra, Javier Ariza.
Si algún título cinematográfico hubiera que adoptar para el candidato andalucista y las perspectivas electorales que le presumo, deberíamos remontarnos al cine en blanco y negro y al género clásico. Desde ´Sólo ante el peligro' a 'Con la muerte en los talones' o en caso de debacle electoral letal 'Murieron con las botas puestas' o ya en color y contemporáneo 'El último mohicano'.
Y es que en realidad la decisión de Ariza de presentarse al frente de un partido que ya dejó de existir para el electorado andaluz, es en sí misma tan valiente como osada y tan arriesgada como coherente con una idea. Ariza es un resistente coherente y su batalla electoral lo convierte en una especie de comandante Travis en su particular 'Álamo' egabrense. Si desde el comienzo de esa mítica película se prevé un final de sangre y derrota trufada de recursos al heroísmo individual, en Cabra y a siete meses de los comicios municipales, también se sabe quien será abatido a tiros por los santa annas locales.
El andalucismo no es que viva hoy sus horas más bajas, simplemente es que no vive, está fenecido. Falleció electoralmente en parte víctima de sus propias contradicciones, secesiones, pugnas internas e indefinición ideológica. Y no hay nada peor en una confrontación electoral que encontrarse ante la tesitura de votar a una formación que no existe, carece de cuadros y hasta de presupuesto para pagar la luz de muchas sedes. Las elecciones municipales en nuestra comunidad autónoma van a significar el entierro definitivo de una formación que jugó cíclicamente papeles de modesta pero real importancia en Andalucía. Y adelanto que no me alegro por ello. Sólo me produce satisfacción casi eyaculatoria la desaparición de formaciones de ultraderecha que terminan integrándose en algún nuevo y autodenominado 'Partido de los Trabajadores', -de Cospedal dixit-. Que el PA haya sido declarada especie política extinguida y sin cláusula de protección especial, es un hecho que no me satisface nada.
La mayoría de los dirigentes andaluces del PA así como los concejales que le quedan, salvo honrosas excepciones, están buscando acomodo en partidos mayoritarios. Debido a la inconcreción ideológica del andalucismo no sorprende que en algunos casos se refugien bajo el paraguas del Partido Popular y en otros casos en el Partido Socialista. Más en el primero que en el segundo.
Por tanto vaya por delante mi reconocimiento a Javier Ariza por tomar la decisión resistente-postulante frente a la acomodaticia-ofertante. No le hubieran faltado propuestas. Eso sí, para encabezar una lista no.
Ariza se presenta a mi juicio como una especie de candidato independiente. Apelará, porque no tiene más remedio, al andalucismo. Intentará recalar el voto de aquellos que todavía creen que un regionalismo descafeinado como el que su formación representó, tiene espacio político en Andalucía. Pero él mismo sabe que esa apelación no le aportará más votos que los de la militancia actual y poco más. Y con eso poco bagaje electoral obtendría. El principal baluarte político de la candidatura de Javier Ariza reside en él. En su gestión anterior, en el grado de conocimiento que de su figura se tiene y en la opción de “venderse” como una hipotética llave de la gobernabilidad del próximo ayuntamiento.
Ahora bien, la valoración de su gestión anterior, su perseverancia en la oposición y la responsabilidad positiva o negativa en gobiernos municipales anteriores, son componentes -para bien o para mal- que deberá evaluar el electorado y en consecuencia votarle o botarle.
Creo que Ariza posee un semblante de honestidad política, laboriosidad y tenacidad que no se puede poner en duda. Tiene experiencia de gestión y un perfil serio -a veces demasiado serio-. No es mal candidato por tanto pero está huérfano de partido. Javier Ariza es él y sus circunstancias. Y las circunstancias del PP y el bipartidismo no le son nada halagüeñas. Por estas razones veo a un candidato ofertándose como si se tratara de una opción independiente, que pique en la izquierda y coma también en la derecha.
Como ventaja inicial Ariza parte de que su opción andalucista ha tenido durante dos decenios un fuerte arraigo en la ciudad y nace con un suelo electoral amplio: 6 concejales. Quienes auguran un desplome tan inmenso como el del resto de Andalucía deben de quitarse de la cabeza ese escenario. Del seis al cero hay un largo trecho. Pero aquellos que esperan un mantenimiento mimético de resultados anteriores se equivocan de P a PA, nunca mejor dicho. Ariza recibirá un fuerte impacto erosivo por buena parte de un voto que en busca de la papeleta útil migrará al Partido Popular y en menor cuantía a los socialistas. Es el resultado de salir desnudo y sin partido a la contienda electoral. Pero también mantendrá una parte del voto que él personalmente retiene unida a otra pequeña parte del andalucismo perseverante y militante que queda.
¿Puede por tanto convertirse en llave o bisagra de la gobernabilidad en Cabra? ¿Puede ser él y su grupo quien ponga y quite alcalde o alcaldesa? Puede que sí, puede que no. Me inclino más, como en anteriores artículos defendí, porque una coalición PSOE-IU tenga más probabilidades de ser reeditada, de forma ajustada sí, pero parece mucho más posible.
La deriva andalucista y la situación política local me hacen entender que en política de alianzas futuribles, Ariza sería más proclive a apoyar o apoyarse en el PP que en los socialistas. Hay una cierta inquina recíproca y además las tendencias regionales caminan más en esa senda conservadora. Las ilusiones del PP por alzarse con la alcaldía residen precisamente en esa esperanza, en un escenario matemático electoral donde los 11 concejales se consigan con la suma de los del PP y PA. Parece difícil. El PP puede crecer pero no tanto como espera y le sería necesario. El PA resistirá el envite pero dejará dos o tres actas en el camino.
El PSOE aprovechará esta estrategia para difundir el mensaje de que votar al PA es votar al PP. Y eso hace daño. Ariza apostará por defender un mensaje de independencia, alejado de la izquierda y para nada cercano a la derecha ¿Y eso en la política actual española y andaluza es vendible? A tenor de los resultados precisamente del andalucismo, eso fue lo que lo mató, su peculiar y virtual equidistancia doctrinal.
Juan Luis Valenzuela
Coordinador de El Plural.com en Andalucía y Director del periódico Málaga 101
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