La cruel vesania salafista ha golpeado con saña y extrema dureza a Cataluña en sus localidades de Barcelona y Cambrils.
No hay duda de que el Daesh ha declarado la guerra a todos los infieles. Es decir, a quienes no profesen el islamismo.
No se trata de una guerra convencional con dos bandos que se enfrentan uno a otro. Es una especie de guerrilla en la que un grupo fanatizado y dispuesto a morir matando acomete de los modos más diversos causando el horror y la destrucción.
Han sembrado el desastre por varias naciones europeas ocasionando cientos de muertos.
A este tipo de lucha es muy difícil hacerle frente, dada la forma de actuar que tiene el enemigo, ya que unas veces son células bien estructuradas como la reciente de Barcelona y en otras ocasiones se trata de individuos solitarios que, o bien, armados, atacan indiscriminadamente, o bien, rodeados de cinturones de explosivos están dispuestos a sacrificarse con tal de causar el mayor daño posible.
Esta es la situación a la que nos enfrentamos los cristianos quienes, según ellos, por el mero hecho de serlo, no tenemos derecho a la vida.
Solución: ardua y difícil, pues lo primero que debería de haber es un pacto entre las distintas naciones europeas y partidos políticos de cada una de ellas sin fisuras entre ninguno, y las hay, en el que el fin último y primordial sea la persecución de estos viles asesinos, allá donde se encuentren y extremar la vigilancia de los lugares en los que se hallen.
Esto debe de llevarse a cabo sin paliativos ni comportamientos tibios débiles y faltos de firmeza, aunque haya grupos que clamen por el derecho a las libertades y el multiculturalismo.
Sobre los sucesos ocurridos en Cataluña me hago algunas preguntas:
En una casa de la localidad de Alcanar, por cierto ocupada ilegítimamente por algunos componentes de esta célula, se almacenaban más de cien bombonas de butano y propano cuya finalidad pretendida por los terroristas era la de fabricar un gran explosivo que, de haberlo conseguido, las terrible consecuencias hubiesen sido inimaginables.
El dueño de la vivienda, tomada por la fuerza, ¿no puso ninguna denuncia, ni tomó medida alguna para desalojarlos?
¿Cómo lograron hacerse con tal cantidad de botellas sin levantar sospechas? Como usuario de dicho gas conozco, lo se por experiencia, que para adquirir una bombona hay que firmar un contrato con la empresa, en el que deben de constar los datos personales del usuario y el domicilio en el que se va a depositar.
¿Cómo consiguieron tan ingente cantidad de botellas de gas? Sospecho que por medios legales no pudieron hacerlo
Después de una explosión de gas, la empresa responsable envía a sus técnicos al lugar en el que ha ocurrido para que comprueben in situ las causas, consecuencias y daños de la misma y estudien, entre otras cosas, la indemnización que le deberá de corresponder al perjudicado.
¿Acaso esta empresa no tuvo conocimiento de la deflagración o quizá el personal competente está llevando a cabo las indagaciones necesarias, pero ya carentes de efecto?
¿Nadie se dio cuenta de lo ocurrido? ¿Los vecinos no avisaron a los bomberos por el incendio?
Un hecho de tal magnitud ¿no provocó, al menos la curiosidad de alguien?
Realmente no le encontramos explicación ni respuesta a todas estas preguntas.
Solamente nos queda la certeza de que Europa seguirá bajo la amenaza de estos despiadados asesinos que, a su antojo, volverán a masacrar a la población en el momento que les sea propicio.