Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Ayudar antes a los más desprotegidos

En verdad, en racionalidad y en equilibrio social, absolutamente siempre se debe ayudar antes a lo más desamparado o a los que más sufren las carencias de supervivencia o a los más desprotegidos. Así es, hay antes que proteger a esos que aún no tienen una necesaria dignidad que se les niega (por muchos inmorales intereses).

En realidad, sólo funciona el bien en un sitio (en un contexto) si existe una prioridad en el ayudar a las cosas, a los hechos y a los seres vivos.

¡Siempre!, pues nunca se puede ayudar con la misma celeridad y entrega a un enfermo que al que no es un enfermo, a un bebé que a un adulto, a algo estrictamente deportivo que a algo sanitario, a un entretenimiento que a lo que da formación o educación, a una información infundada que a un razonamiento que evidencia hechos o acaso confirma conocimientos no irracionales.

Sí, cuando ya alguien va a ayudar siempre se impone la condicionalidad de que hay algo ANTES, de que sin más se debe satisfacer una esencial base primero, de que antes de cuidarse una empresa o negocio o usura se debe cuidar el planeta concreto en donde está y en el cual se sustenta, ¡exacto!, de que antes de valorarse una preciosa estética o una escenografía de algo hay que valorar la calidad humana y convivencial de ese algo (y facilitar que exista meramente antes de todo lo demás).

En el fondo (que es lo que importa siempre antes), una persona de bien sólo es persona de bien porque ella FUNCIONA únicamente con una ética, ¡evidentísimo!, lo mismo que un coche eléctrico únicamente funciona con electricidad o lo mismo que una paz únicamente funciona o funcionó o funcionaría con el uso de la imprescindible tolerancia. ¡No hay vuelta de hoja!

Por eso, no nos engañemos, cuando se ayuda de verdad a un bien como puede ser el amor o la óptima convivencia social, lo primero que se hace es nada más que el ayudar al único medio-instrumento que hay para ayudar a la correcta convivencia social, es decir, a la racionalidad.

Obvio. Es imposible que exista convivencia social sin el entendimiento racional de las reglas que garantizan tal convivencia social, ¡por seguro!, lo mismo que tú nunca conducirías bien un coche irracionalmente o con ausencia de reglamento racional.

Eso es así, antes de hablar está el que no te maten o te encarcelen por hablar, antes de hacer arte está el que tú no vayas ya con la intención-prejuicio-predisposición de perseguir, señalar, matar, manipular o de dañar con tal arte; antes de andar está el que no te tengan retenido, bloqueado, confundido o malinformado contra tu propia voluntad.

O sea, nada es amor si lo guía algún odio o amor interesado, nada es ciencia o sabiduría o conciencia si los guía una gran apariencia de verdades o de adoctrinamientos sutiles, nada es salud si se va beneficiando al mismo tiempo a alguna enfermedad. En donde sea.

Es cierto. “Las cosas tienen sus cosas” como decía mi abuelo.