Pregón es una palabra que se refiere a una proclama. El pregón es un anuncio público o promulgación a viva voz de una noticia o información para que sea conocida por todos. Proviene del latín praeconis o praeco que significa heraldo o pregonero, término cuya raíz deriva del verbo vocare: llamar, invocar, nombrar en voz alta. También es el nombre que se da al anuncio de los vendedores públicos que se hace a gritos por las calles.
Los heraldos o pregoneros eran muy comunes en la antigüedad, donde no existían los medios de comunicación masiva. Tuvieron su auge a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, luego de lo cual fueron paulatinamente desapareciendo a través de la proliferación de los edificios y la conformación de las grandes ciudades. A la desaparición de los pregoneros sucedió la aparición de la radio y la televisión que hicieron más inmediata la publicación de las noticias. Posteriormente los avances de la ciencia y la tecnología permitieron avanzar hacia el desarrollo vertiginoso de internet, con el cual la información puede llegar a todos los rincones del planeta en el mismo instante.
En nuestros días la figura del pregonero queda enmarcada casi exclusivamente a las fiestas patronales o festividades, tanto religiosas como de otra índole, inaugurando o exaltando una celebración. Habitualmente los pregones son acompañados de música, donde suelen presentarse grupos musicales y orquestas.
Cuando hablamos de un pregón religioso lo asociamos a una Cofradía o a una Agrupación de las mismas, aunque en muchas fiestas patronales donde una imagen sagrada es el eje principal, es el propio consistorio quien decide la persona encargada de realizar dicho pregón.
Pero centrándonos en los pregones religiosos, pienso que el pregón no es una homilía, no es Teología; el Pregón es exaltación de una fiesta religiosa, de un Santo, o de una imagen sagrada en concreto. Es una exposición de esa fiesta, del contenido de la fiesta, de la vida de un santo, de la pasión, muerte y resurrección de Cristo en la Semana Santa o bien la exaltación de cualquier otra festividad religiosa, teniendo en cuenta que a ello siempre sumamos el folclore, la cultura y la costumbre de cada lugar.
Indiscutiblemente pienso (y muchos no estarán de acuerdo conmigo) que para realizar un pregón religioso hay que buscar una persona sobre todo religiosa, si queremos destacar lo religioso por encima de todo lo mencionado anteriormente, folclore, cultura, etc. El nombramiento de pregonero es mala moneda para hacer homenajes o pagar favores como hemos visto en algunas ocasiones.
Por lo tanto, si una cofradía, agrupación o asociación religiosa nombra un pregonero para exaltar las glorias, la pasión o la vida de un Santo, ha de ser muy escrupulosa a la hora de nombrar al mismo y siempre contando con el beneplácito de consiliario o director espiritual. Aún así, el pregonero no puede dejar satisfecho a todo el mundo y más cuando siempre le animamos y decimos: «sé tú mismo». Yo he tenido la ocasión de elegir pregoneros, por eso sé de lo que hablo.
Creo que cualquier asociación religiosa busca la persona más idónea para realizar un pregón, si bien es cierto, que como cada persona es un mundo, el pregón es un mundo por descubrir y podemos encontrarnos con pregones que no cubran las expectativas puestas en ellos. En todos los casos, una vez concluido el pregón, siempre escuchamos las mismas palabras: extraordinario, magnifico, hecho desde el corazón, ha exaltado como nadie, etc. etc., etc…, lo cual es lógico por otra parte.
La persona designada para el pregón, (en su mayoría) lo hace de una manera desinteresada, sin percibir nada a cambio, a excepción de las posibles críticas y a veces también elogios. Hasta llegar el día del pregón, la persona designada ha dejado por unos meses parte de su tiempo libre para dedicarse a su redacción, aparcando familia, amigos, compañeros y muchas veces su propio trabajo. Con esto quiero decir que todo aquél que dice sí a la realización de un pregón tiene todo mi respeto y elogio por el esfuerzo que para muchos ello conlleva.
Yo he tenido el honor de presidir instituciones donde una de mis facultades era elegir pregoneros, unos me han gustado más que otros, pero jamás se me hubiera ocurrido días después del mismo, enviar un comunicado desmarcándome de la persona que yo, junto con mi junta de gobierno, elegí para exaltar diferentes conmemoraciones. Cada pregonero, como he dicho anteriormente, es un mundo y tiene un pregón por descubrir, pero es su pregón y los que lo designaron tienen, a mi criterio, el deber moral de asistirlos en las críticas si las hubiere.
Esto viene al caso del pregón realizado el pasado día 14 en honor de Santa Teresa, por Lourdes Mangas del Pino, a la que no tengo el placer de conocer, pero que tiene mi respeto y simpatía por el hecho de aceptar el encargo que en su día le dio la cofradía de la Santa mencionada. Una vez leído el pregón he visto en Lourdes una mujer religiosa, valiente en sus pensamientos y con una visión actual de la mujer, intentado trasladar a nuestros días lo que fue una mujer santa, que con su constante oración estuvo para Dios y para los hombres. En algunos momentos del pregón se reconoce pecadora, y piensa que está bien eso de confesarnos, echar en el cestillo y orar, pero si solo nos quedamos en eso olvidando a nuestros semejantes, poco o mal cristianos somos.
Para mí es un pregón que me llama a reflexionar, nos dice lo que piensan muchos creyentes con la boca pequeña para que no nos escuchen mucho, pero ni me parece político ni veo la utilización de un atril para un manifiesto ideológico, por el contrario, Lourdes trasmite lo que siente en su interior, lo que le decimos cuando lo designamos: «sé tú mismo», en este caso, misma.
Yo no comparto algunas de sus palabras, que no porque las haya dicho, estén mal dichas, sino porque los que las escuchamos o leemos, las malinterpretamos al llevarlas a nuestro terreno, porque no es nuestro pregón, sino el suyo. Por eso, y con esto no pretendo juzgar a nadie, sería incapaz de dejar “con el culo al aire” a un pregonero designado por mí. Puedo no compartir sus palabras, pero nunca daría un comunicado desmarcándome de la persona que designé, porque en su momento, sí la consideraba la mejor para tal encargo.
Los creyentes debemos ser los primeros que demos ejemplo de generosidad, y no me refiero a nada monetario, sino a generosidad en el amor a nuestros semejantes, haciéndoles ver su error, si lo hubiere, con el mismo cariño que, cuando nos convenía, lo queríamos a nuestro lado.
El Papa Francisco nos llama continuamente al amor a nuestros semejantes, a no juzgar a nadie por su condición y no todos lo escuchamos. Escuchemos nuestro interior con todos nuestros sentidos puestos en Dios y sigamos las enseñanzas de Santa Teresa, y como no puede ser de otra forma, que pregone el pregonero, porque si cada palabra que no nos guste, nos desmarcamos, pronto ni habrá pregones ni tendremos pregoneros.
Termino con unas palabras del pregón de Lourdes: “El Mesías nos enseñó un camino de amor, ayuda y apoyo al semejante; nos enseñó a no juzgar. Nos indicó que la gloria sería alcanzada en la tierra si éramos capaces de despojarnos de lo superfluo que la vida nos muestra”. Y añado: si somos capaces de alcanzar la gloria en la tierra por nuestros actos de amor, al final, también la alcanzaremos en el cielo.