Cuando Juan Carlos de Lara, en el primer poema de este libro (XXXIV premio “Leonor” de Poesía 2015) me dice: …”No lo voy a negar, nunca he tenido / los pies sobre la tierra, / ni ahora que ya gozo, como suele decirse, / de una cierta experiencia de la vida / me ocupo de las cosas que debiera: / del coche, del dinero, del prestigio, / no sé, de todo aquello / que un hombre de mi edad considera importante”…lo único que yo puedo añadir a modo de comunicación es que hay seres que disponen de alas y otros no. Y los alados, los que rasean constantemente sobre la superficie acuosa y en oleaje que es esta vida son los más proclives a sufrir daños en sus álulas.
Así, el agarro de cualquier jirón que el tiempo haya creado en el ánimo del poeta, Juan Carlos de Lara lo concreta manifestándose puro: …” Como si fuera un libro, lentamente, / voy abriendo los ojos en mitad de la sombra. / Ha oscurecido, escucho / el reloj de pared, el frigorífico / y el murmullo del agua que pierde esa cisterna / con la que yo no sé qué voy a hacer; / igual que con mi vida, / esta vida vacía que ya no tiene arreglo, / que también va perdiendo la fe que le quedaba, / un resto de inocencia, las ganas de escribir…, / pero no los recuerdos / que se agolpan detrás de esta mirada triste / y que están frente a mí cuando cierro los ojos”.
Juan Carlos de Lara, nacido en Huelva en 1965, comenzó a publicar muy joven, siendo su primer poemario “Caminero del aire” (Andaluza, Huelva, 1985) Le siguieron: “Elegía del amor y de la sombra” (Andaluza, Huelva, 1987), “Antes que el tiempo muera” (Diputación de Huelva, 2000), la antología “Memoria del tiempo claro” (Alea Blanca, Granada, 2008) El cuaderno “Aquí y ahora”. El pliego “Cuatro poemas”. El ensayo literario “Juan Ramón Jiménez, estudiante” (Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez. Moguer, 2012) Ha colaborado en diversas antologías y revistas españolas y americanas, y su poesía ha sido musicada por algunos cantautores. Incluido por la Universidad de Guadalajara de México entre los autores de la “Poesía viva de Andalucía”, dirige desde el 93 la entrega de poesía “Hojas Nuevas” y es miembro del equipo de colaboración de la barcelonesa “Revista de Literatura”.
Expone Ramón Reig en su “Panorama Poético Andaluz”: “la poesía de Juan Carlos de Lara se expresa a través de una sencilla naturalidad, donde la intensidad lírica se asienta sobre una clara estructura rítmica”. Un detalle a lo que el onubense da firmeza con su palabra de agua: …”La buscaba, entre clases, al tocar la campana, / por los bancos que ahogaban mi nombre en sus vaqueros, / por detrás del bullicio de la barra del bar, / por las tardes desiertas, por las ropas de abrigo, / por las rimas de Bécquer, / por si acaso en la guía de teléfonos, / por mis noches de insomnio abarrotadas / de sueños de papel cuadriculado”…
Cuando Juan Carlos de Lara, en el último poema de este libro, DEPÓSITO DE OBJETOS PERDIDOS (Diputación Provincial de Soria, 2016) taladra la página para orientar al anhelo, hacerlo suyo e imaginarlo vehemente o desganado: “Porque suele haber días en los que no me encuentro / con ganas ni valor para afrontar / las cosas que suceden a diario / y sé lo que me cuesta / no mirar hacia atrás, aprender a vivir / con el paso cambiado de los años, / llego de nuevo a ti para quedarme / por los buenos momentos compartidos / desde un diez de febrero”… O cuando enumera porciones de tiempo, como cromos desgastados por el pulgar de la mano: …”Tu coche ante mi puerta, la noche detenida / y un gesto inesperado al despedirme. / Después el miedo, el vendaval, el vértigo, / tus labios al contado / y entre objetos perdidos el corazón que indaga, / que registra y que dice / que no queda de mí sino tu vida”.
Cuando Juan Carlos de Lara escribe, le está pidiendo –puede que sin quererlo- a este fervoroso leedor suyo que enjugue sin rubor alguno la humedad que abraza su léxico: …”Hoy apenas podría separarme / del final de unos brazos que jamás existieron / y sólo llego a imaginarme ahora / preparando un viaje, / tendido al otro lado del teléfono, / recorriendo esas calles que nos hablan a solas / o contigo en mi casa, donde en un solo instante / caben todas las sábanas, / esa casa en penumbras donde acababa el mundo / y que tú me iluminas, / porque en algún momento de mis noches en blanco / y mis días a oscuras, / te alcancé con la punta de los sueños / y en ellos estarás para siempre encendida”.