Hacia finales de los años cincuenta, un Ingeniero Técnico de Obras Públicas se alzaba a los primeros puestos de las listas de éxitos, en lo que por entonces se denominaba canción ligera.
José Luis Martínez Gordo, más conocido como José Luis y su guitarra, hizo sus primeros “pinitos” musicales en los grupos juveniles del Colegio Calasancio de Madrid. Tocó en las inevitables tunas, hasta que Radio Madrid reparó en su talento y le ofreció la oportunidad de hacer un programa semanal en la SER. Al mismo tiempo, la casa Philips le aceptó para que grabara un primer disco.
“Lo mío, afirmaba José Luis, fue una de esas cosas que uno no acaba de explicarse. A la gente le dio por mis canciones y en seis meses pasé del anonimato más absoluto a ser número uno”.
Cobraba, entonces, entre quince y veinte mil pesetas. Y compartía triunfos con Paul Anka, Los Cinco Latinos y Monna Bell. Con más de ochenta canciones, alcanzó la envidiable cifra de cien mil copias vendidas de todos sus discos.
Entre sus composiciones más populares habría que destacar: “Mariquilla”, “Escríbeme”, “Señorita luna”, “Campesina”, “La del rebozo blanco”, etc. Y protagonizó dos películas: “Pasa la tuna” y “Melodías de hoy”. Hasta que en pleno éxito y coincidiendo con el nacimiento de su segunda hija, decidió retirarse del mundo del espectáculo.
Volvió en 1966, pero ya de manera testimonial, con dos grabaciones: “La luna clara” (EP) y el single “Gibraltar”, apareciendo en diversos medios.
Murió en la ciudad andaluza de Córdoba, el 2 de febrero de 2016. En su residencia, y como nota anecdótica, se hizo construir una piscina en forma de guitarra, seguramente que en un acto de generosidad hacia su fiel instrumento de aventuras.