Opiniones

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Política de leprosos

A algunos les habrá producido asombro que seis miembros de la ejecutiva local de PSOE de Lucena dimitieran anteayer de todos sus cargos en dicha ejecutiva, así como de sus cargos de representación municipal, en los Consejos Escolares y de otros de representación de la Agrupación, como el Comité Provincial y Comité Electoral.

Otros habrán compartido ilusión al ver que entre los motivos de tales dimisiones está la denuncia de «determinadas formas y procedimientos aceptados en silencio por el Secretario General de la Agrupación Provincial». Y es que el asunto apunta a lucha contra la corrupción intestina y malas prácticas, lo cual es loable.

Incluso alguien se sentirá plenamente satisfecho por el supuesto movimiento ético que supone que unos cuantos socialistas levanten la voz contra el «talante poco democrático» del actual Alcalde, y que hayan resuelto valientemente no soportar más «situaciones internas que después de mucho tiempo no se pueden seguir ocultando a la militancia y, por ende, a la ciudadanía».

Habrá quien incluso piense que Juan Pérez va a aceptar la petición, que también hacen los dimitidos, de renuncia a encabezar la candidatura del PSOE a las próximas elecciones municipales. Pero estos, convengamos, serán los menos…

Yo, sin embargo, igualmente desde un «análisis sereno y reflexivo» me preguntaba en un primer momento el porqué estos dimisionarios han tenido que soportar la ocultación de situaciones internas a la ciudadanía. Serán cosas privadas, me dije, que solo atiendan a intereses legítimos de partido; algo que, en modo alguno, suponga actos de corrupción o vicio político, subrayé.

Pero sigo leyendo y advierto que los salientes indican: "no estamos dispuestos a ser cómplices de determinadas actuaciones, ejercidas con anterioridad a nuestra pertenencia a la Ejecutiva Local, que por fidelidad al Partido no hemos querido dar a conocer dada la gravedad de las mismas". No ofrecen explicaciones de enjundia.

Lo entrecomillado, transcrito literalmente de la nota de prensa publicada, quiere decir, nada menos, que los dimitidos han venido siendo testigos de, o han conocido, determinadas actuaciones que ellos mismos califican de graves. También, que por fidelidad al Partido (esto habría de ser subrayado) no las han querido dar a conocer antes; y que no han informado de ellas dada la gravedad de las mismas. Todo ello previamente aderezado con el intento baldío de reducir su propia responsabilidad con el añadido de la expresión «ejercidas con anterioridad».

Confieso que mi nivel de indignación, que lo creía insuperable dada la actual arena sociopolítica, se ha visto desbordado hasta el pasmo.

Hagamos recuento clarificador, por favor. Resulta que:

  1. Han sido testigos de, o han conocido, actuaciones graves que no han hecho públicas. Habría que agregar que por voluntad propia.
  2. No las han hecho públicas antes dada la gravedad de las mismas (pensaba yo más en que el hecho de ser graves quizá obliga a todo lo contrario).
  3. Se las han callado por fidelidad al Partido. Podríamos incorporar: ¿Y con traición al Pueblo?
  4. Las han ocultado a la ciudadanía. Es decir, han antepuesto el interés partidista al superior y más razonable y ético del ciudadano.
  5. Pretenden evitar ser cómplices cuando es evidente que ya han venido siéndolo.

No dudo que las actuaciones del Secretario General de PSOE en Lucena, al mando, hayan sido todo lo innobles o corruptas como para provocar la dimisión de buena parte de su ejecutiva local, pero los motivos que los dimitidos aducen para ello contienen también buena dosis de vicio y de corrupción.

Ahora espero que los renunciantes aclaren, esta vez directamente ante la ciudadanía, que es la más alta fidelidad –si no la única– a la que deben someterse, todas y cada una de las actuaciones graves de las que hayan tenido conocimiento y que han venido ocultando sin más motivo que el estrictamente partidista, parcial e interesado.

También espero que IUCA-Lucena, como socio de gobierno, exija aclaración inmediata y extensa por si en dichas actuaciones se advirtieran indicios de que se haya contaminado el ámbito del gobierno municipal y, por tanto, perjudicado al pueblo de Lucena o contravenido la ley misma.

Y por último una reflexión. El nivel de toxicidad en el seno de determinados partidos políticos está tan crecido que la corrupción misma les corre ya por las venas en forma de corpúsculos, si pudiera. El desvío se les ha instalado tan adentro, forma tan parte de ellos y ellas, que perciben como aceptables hechos que a todas luces son intolerables.

Llegué, en este momento, a la conclusión de que sufren, cuando menos, de anestesia moral. Y solo entonces elegí el título de este artículo.

 

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