Es que no tiene desperdicio, la Junta de Andalucía ha creado una Consejería de Economía y Conocimiento, al frente de la cual ha puesto a Antonio Ramírez de Arellano, que está bajo la lupa de la fiscalía por querer falsear un proyecto de ejecución de obras, al mismo tiempo que procuraba engañar al Colegio de Arquitectos de Sevilla.
No, no es una broma, así ha sido publicado en el BOP de Córdoba y en BOJA de la Junta.
Inmediatamente surgen varias preguntas:
¿Es que no existía antes una Consejería de Economía? ¿Cómo se gestionaban entonces los asuntos financieros? ¿Quién llevaba las cuentas de los ingresos y los gatos? ¿No existía control de los mismos?
No podemos comprenderlo, pues caso de que así fuere ¿quién controlaba todo el movimiento de capital que tramitaba ese cuerpo mastodóntico de empleados de la misma?
¿No había un conjunto de funcionarios con su Consejero a la cabeza que gestionase todo el movimiento dinerario que en la Junta se originase?
Por descontado que todas estas preguntas son retóricas, pues pienso que ninguna Junta, ni la de Andalucía ni la de cualquiera otra parte hayan carecido jamás de una Consejería de Economía, que gestionase al mismo tiempo la Hacienda, en una palabra Consejería de Hacienda y Economía o viceversa.
Pero lo que no me entra en la cabeza y creo que no soy corto de entendederas es que se haya nombrado un Consejero que, junto a la Economía, se ocupe a la vez del Conocimiento.
¿Cuáles van a ser sus funciones, de qué se va a ocupar, que es lo que tiene que conocer? ¿Acaso cómo ha de desempeñar su trabajo cada uno de los funcionarios que integran la Junta?
Pienso que para ello dentro del organigrama de los distintos puestos debe de haber sus correspondientes Jefes de Sección, que responderán ante la Junta general de Consejeros regida por la Presidenta de la misma.
Dentro del terreno de la utopía, quizá el puesto que desempeña sea para conocer a cada uno de los empleados, desde el último administrativo hasta los Jefes de Sección y quien sabe si no también al resto de los Consejeros, para informar a la Presidenta de las inclinaciones de los mismos, de cómo trabajan, de las veces que no asisten a su puesto, o del tiempo que dedican a otros menesteres que no sean los propios de su actividad.
En una palabra, una especie de Comisario político que lleve a cabo el servicio de control político-social y su trabajo no sólo sea dentro de la Junta, sino también fuera de ella, para informar debidamente a la Presidenta del pensar, sentir, actuar de los fieles o no al Partido.
O ¿acaso será que la Junta de Andalucía está falta de entendimiento, carece de lucidez y por eso necesita de alguien que se lo proporcione?
Caso de que esto sea así, bastante tiempo han tardado, no sólo esta Presidenta, sino también los anteriores en darse cuenta de ello, y por eso ha funcionado la Junta de forma tan caótica, y se han permitido desde fondos de reptiles y corrupciones de todo tipo hasta culminar con los más recientas de la Alhambra, las Minas de Aznalcóllar, y los que todavía queden debajo de la alfombra.
¿Será posiblemente que en Andalucía carecemos de necesidades, no tenemos preocupaciones, todo marcha como la seda desde el paro hasta la sanidad, pasando por le Enseñanza Pública, y por eso tienen nuestros gobernantes que buscarse entretenimientos?
Por cierto me viene el siguiente dicho a la cabeza: “Cuando el Diablo no tiene nada que hacer, mata moscas con el rabo”.
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