Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

El espejo

Ando estos días sumergido en la lectura de un libro de relatos cortos de Juan José Millás : “Una vocación imposible”. La edición de Seix Barral compendia una serie de relatos  donde Millás se desenvuelve como nadie, uniendo un pulcro estilo a una capacidad para atrapar al lector, al cual, además de sumergirlo en la densidad de la trama, termina poniéndolo finalmente ante el espejo de su propias contradicciones. De hecho, la ilustración de portada del volumen es una chica, que al mirarse al espejo ve su espalda y no su cara, como si necesitara mirar más en profundidad para conseguir ver su verdadero rostro.

¿Se imaginan qué verían nuestros políticos si se miraran en este espejo invertido?

La pregunta es tan teórica como inútil, pues lo que sí está más que claro a estas alturas, es que la trayectoria actual de la mayoría de ellos, muestra que, a cada minuto que pasa, esta diverge cada vez más de la de la ciudadanía de a pié.

Inés Arrimadas vería en este espejo figurado, diáfanamente una cara guapa, en un conjunto siempre atildado y oportuno, de alumna aventajada y trabajadora, que lleva la tarea al día y que se sabe toda la lección, pero que no termina de llegara a la matrícula de honor: siempre hay alguien que la engaña en el examen final.

Pablo, Iglesias, quién sin no, contemplaría su enhiesto moño, sustituto de su lacia coleta anterior, en el que más que un cambio de look, se adivina todo un cambio, por aceleración, de su estrategia. Su número favorito es el 3 : la bandera tricolor, la tercera república....y el maldito, el 78, año de la Constitución que pretende despeñar en el olvido. Su tarea es tan pertinaz y hacendosa, que no ha reparado en que lo que hay que laminar en estos tiempos en nuestro país es la Covid-19, dejando para mejor ocasión debates de otro calado y vital importancia.

El otro Pablo, Casado claro, no termina de hacerse mayor. A pesar de la cuidada barba de adulto maduro, el toro que ha tenido que lidiar tras la pérdida electoral, es un miura de excesivo trapío. Dividido entre papá (Aznar) y mamá (Rajoy), no termina de afinar bien la brújula de sus políticas, ora casi socialdemócratas (lo ha dicho él mismo) ora liberal ultraconservadoras, acuciado por una formación a su derecha inexistente hasta hace bien poco y puesto ante su propio espejo (otra vez el símil) por una dirigente de su partido, Ayuso, que esa sí, se las está viendo con seis victorinos de impresionante arboladura, pasandoselos muy cerca de la faja. Toda una torera de empaque.

¿Y Pedro Sánchez qué? Sin duda es el director de la orquesta, el líder. Sánchez es el político más sólido desde Felipe González y Aznar, dueño de una autoconvicción solo equiparable a su gigantesco ego, que le permite decir algo y lo contrario en minutos sin mover ni una arruga. En el espejo, ve reflejada su imponente figura de más de 1.90 de altura con un equilibrado rostro y una sonrisa digna de los mejores años de Cary Grant. Todo un actorazo.

El problema, por mucho que la “nueva” política este plagada de mensajes de twitter e imágenes de marketing, es que gobernar es, otra cosa. Los tiempos han cambiado y posiblemente las mayorías absolutas se han ido para no volver. Pero no es menos cierto, que algo de ideología estable, es decir de convicciones, habría que ponerle al guiso. La socialdemocracia ha gobernado España, en esta última época, más que ningún otro partido, y la herencia recibida, no debe despreciarse tan altaneramente.

Los “mayores” del PSOE supieron , en tiempos tan difíciles como los actuales, consensuar, dialogar y pactar acuerdos con el centro-derecha, de suerte que la
gobernabilidad del Estado siempre estuviera  asegurada.

Las continuas concesiones al insaciable independentismo, el cambio de rumbo de una rueda de prensa matinal a la de la tarde, y los mensajes extremistas de parte de los
 miembros de un gobierno del cual es el responsable, indican un desorden poco recomendable en el seno del mismo, o que el propio Presidente suscribe la nueva deriva ideológica. Insisto, Pedro Sánchez es sólido, casi incólume. Lo tendremos tiempo como responsable del país. Solo recordar que debe gobernar para todos y no solo para los que le proporcionen los votos necesarios para seguir de inquilino monclovita.

Por cierto de Vox, ERC y Bildu comento poco. Los extremismos nunca han sido buenos, y la mala educación , tampoco. Convendría un ejercicio de reflexión por parte de todos, para analizar porqué, formaciones de este corte a ambos extremos, tienen cada vez más protagonismo en nuestra vida política. Resulta este un ejercicio imprescindible en la actualidad, del cual dependerán nuestros tiempos futuros.