Dentro de todo el maremágnum político y social que nos aturde, pocas opiniones destacan por su lucidez. Una de ellas es la del periodista deportivo Tomas Guash, que la otra noche , dentro de un programa precisamente de deportes y en referencia a la amnistía, ya casi aprobada, decía que : si el futuro político de Pedro Sánchez dependiera de que los beneficiados por la misma, en lugar de exonerados tuvieran que ir a la cárcel, estarían ya camino de Alcatraz”...Guasch “dixit”. Enorme y clarificador.
Creo que a estas alturas hay poca duda de que toda esta situación, de una gravedad política y social de la que la historia reciente se alimentará en los tratados, solo se monta para el particular beneficio del Presidente del Gobierno en funciones, por más que se le añadan inciensos y excusas, en la misma cantidad, por los corifeos y “ad lateres” de turno. La hemeroteca enrojece de vergüenza cada vez que se ponen declaraciones del señor Sánchez y otros, de hace escasamente 3-4 meses sobre el particular. La tensión social y la respuesta de amplios colectivos de la judicatura y del mundo del derecho en general, poco o nada preocupan a don Pedro, convencido de su labor histórica al frente del progresismo español, según nos dice. Lo malo es que tan ingente tarea, la realice saltándose o retorciendo la Ley de tal manera, que resulte muy difícil reconocerla con posterioridad a la actuación del Presidente.
Solo estamos en el principio, ya que el disenso de amplias franjas de la sociedad, anuncian meses políticamente inestables y socialmente crispados...Nuestros noticieros ya eran bastante difíciles de comprender con lo incomprensible de la situación en Ucrania y Gaza, como para además oír las injustificables justificaciones del ministro de guardia. Y todo esto pendientes de una inflación que no cesa, de los próximos presupuestos y medidas de toda índole pendientes de tomar, tras el largo periodo de inestabilidad postelectoral.
Sánchez adquiere una gran responsabilidad de cara a Europa y al futuro, únicos jueces al parecer, que puedan hacer descarrilar su imparable carrera. Pero convendría que recodara que hay una línea que no debe traspasar. Hasta ahora se trata de exonerar a condenados en firme de manera arbitraria. El día que un inocente entre en prisión por haber contradicho al señor Sánchez, ese día habremos entrado definitivamente en una dictadura. Esperemos que esto no ocurra.