Opiniones

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Noviembre, mes de los difuntos

La fiesta de los difuntos tiene orígenes muy antiguos y está relacionada con ritos paganos posteriormente cristianizados. El origen de esta fiesta está ligado al cambio estacional en torno al equinoccio de otoño. Los griegos creían que entre los días 1 y 2 de noviembre Hades, dios de los muertos, permitía el ascenso a la superficie de la tierra a los espectros de quienes habían sido buenas personas en vida para que pudieran comunicarse con sus familiares.

En Cabra este noviembre ha sido especialmente significativo, en lo que a difuntos se refiere.

Comenzaba el mes con un homenaje a los fallecidos en el bombardeo de 1938, algo que no se hacía desde el franquismo y que puso de manifiesto como la derecha, que no había gobernado en Cabra desde entonces, otra vez utiliza los muertos y el dolor de sus familias, y que ya no esconde el pelaje de la dehesa de la que procede.

En 2002 un ayuntamiento democrático acordó, en pleno y por unanimidad, retirar las lápidas que había en la puerta de las Escolapias con el argumento de que en ellas solo se reconocía a las víctimas de un bando. Ahora un ayuntamiento de derechas vuelve a colocar otra placa del mismo estilo. Esta vez el homenaje a los “caídos por Dios y por España”, en lugar del 20 noviembre fue el 7. Los otros muertos, los que fueron vilmente asesinados por el régimen dictatorial de Franco, siguen esperando, no ya el reconocimiento, algunos solo una sepultura digna y otros ser, al menos, encontrados.

En el azulejo colocado se hace referencia a la responsabilidad de aviadores republicanos en aquella catástrofe. Nunca se ha hablado en Cabra de los responsables de la represión golpista. Claro que si algún día se hace justicia con estas víctimas y se busca a los responsables de su tragedia, nos asomaremos al abismo de saber que los culpables de las matanzas represivas no llegaron en aviones extranjeros,  sino que eran vecinos de Cabra que asesinaban y represaliaban a sus conciudadanos.

El otro gran difunto protagonista ha sido el General Franco que , aunque solo estuvo una vez en Cabra, sí gozo de la adhesión incondicional de los gerifaltes locales desde el principio del golpe de estado. Y que, casualidades de la vida, es una egabrense la que está gestionando el proceso de exhumación de sus restos.

A Carmen Calvo se le ha criticado de todas las maneras posibles. Tiene en su contra, según algunos, dos grandísimos defectos: ser socialista, pero sobre todo, ser mujer. Se ha criticado hasta su vestimenta en la entrevista con el número 2 del Vaticano, un señor que vestía falda larga negra, faja roja, esclavina negra, y un casquete rojo en la cabeza… y lo llamativo era la indumentaria de la ministra…

Pero el colmo del cinismo ha sido pedirle explicaciones del bombardeo de Cabra, en un intento de hacerla corresponsable del hecho. Intentar hacer responsable a Carmen Calvo y al gobierno socialista del bombardeo de Cabra sería como intentar hacer responsable al actual gobierno municipal, de derechas, de los fusilamientos y la represión franquista contra los republicanos.

En un pueblo que tiene sus calles principales dedicadas a egabrenses que fueron ministros, más que cuestionables por sus métodos y trayectoria, resulta llamativo el rigorismo con el que se trata a una mujer, igualmente egabrense, que se está dejando la piel en la defensa de los derechos sociales y la enmienda de injusticias históricas.