Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Cabra: verano de 1936

En mayo de 1961, durante su visita a Cabra, Franco comenzó su discurso desde el balcón del Ayuntamiento con estas palabras: “He querido pararme en Cabra para saludaros y para agradeceros los sacrificios hechos en nuestra Cruzada, la colaboración que disteis al Movimiento y los sacrificios que os impusisteis por vuestra adhesión al Movimiento Nacional”. Porque, en efecto, en nuestra ciudad la sublevación militar triunfó desde el primer momento, tal y como se recoge en el Acta correspondiente del Archivo Municipal, pues el 19 de julio, a las cuatro de la tarde el capitán de la Guardia Civil, Francisco López Pastor, declaró el estado de guerra y se incautó el ayuntamiento, en presencia del alcalde, Francisco Rojas López, y de los concejales Rafael Leña Caballero, Gabino Jiménez Valero, Manuel Peña Carrilero y Ramón Rueda Cruz, todos los cuales quedaron destituidos de sus cargos en ese momento.

El pueblo quedó durante algunos meses bajo autoridad militar, primero del citado López Pastor (pasaría luego a Montilla) y después de Ramón Escofet, hasta que en septiembre tomó posesión una Gestora con Ángel Cruz Rueda como alcalde. López Pastor publicó un bando el 23 de julio en el que, ante la amenaza de una huelga, recuerda que de acuerdo con las penas de la justicia militar, los que la siguieran podían llegar a “ser pasados por las armas”, y el día 28 publicaba otro en el que hacía referencia a “esos descarriados obreros que desde hace días han levantado armas en el campo de este término”, y les daba un plazo de veinticuatro horas para que volvieran a la ciudad, “advirtiéndoles que les perdonaré la pena de muerte que el delito cometido lleva anejo”. Al igual que en otros documentos del conflicto bélico, resulta sorprendente que quienes se mantienen fieles a la legalidad del gobierno republicano sean acusados de cometer delito de rebelión. Uno de los primeros actos de violencia fue el asalto a la casa de la CNT, en la calle Palomas, donde se quemaron todos sus enseres, incluida la biblioteca.

En el mes de agosto, en El Popular, se exaltaba la rebelión porque con ella se había roto el “yugo ruso”, y se decía también lo siguiente: “Toda la población, sin distinción de clases, ni de ideas políticas, está alerta sobre las armas dispuestas a que en nuestra ciudad no se registre ni uno solo de esos crímenes horrendos que se han cometido en tantas partes”. Esa afirmación es el germen de aquella otra, tan repetida en Cabra durante años, de que aquí no pasó nada, que nadie fue ejecutado. Hoy sabemos que no es así, tanto por las investigaciones de Moreno Gómez como por lo publicado por mí mismo, en colaboración con José Calvo, en 1993. En el Registro Civil egabrense hay inscritas 26 personas víctimas de fusilamiento, la mayor parte de ellos lo fueron años después y casi siempre se hace constar un eufemismo como causa de la muerte: “a consecuencia de la fenecida lucha contra el marxismo”. En el caso del factor jefe de la estación de ferrocarril, Joaquín Prieto Gómez, se dice que “fue encontrado muerto el día catorce de septiembre último en la carretera que conduce de Cabra a Lucena a consecuencia de los sucesos del glorioso movimiento”. Los primeros ejecutados fueron Francisco y Carlos Campos Sánchez, el 9 de agosto, y luego se sucede una lista que llegará hasta el 11 de diciembre con Francisco López Ortiz. Algunos egabrenses fueron ejecutados en Córdoba, entre ellos una mujer, Francisca Arroyo Varo. En total, de acuerdo con las informaciones orales recogidas por Moreno Gómez, y dado que no todos fueron inscritos en el Registro, este autor calcula que en Cabra fueron ejecutadas unas setenta personas, sin que hasta el momento hayan recibido ningún reconocimiento, a diferencia de otras víctimas de la guerra.

Este verano se cumplen 80 años de que un golpe de Estado, fracasado puesto que no consiguió sus objetivos, diera paso a una cruenta y larga guerra civil. Los egabrenses, como todos los españoles, debemos asumir nuestra historia y no deberíamos permitir que esos nombres sigan por más tiempo en el olvido.