Han pasado las elecciones municipales. Los resultados en Cabra han sido contundentes, el único partido que puede estar satisfecho es el PP. Todos los demás han perdido. El PSOE porque no ha mejorado sus resultados de hace cuatro años y porque no ha sido capaz de mantener el voto a su partido en las últimas elecciones autonómicas; el PA porque ha seguido su tendencia a la baja que poco a poco se anunciaba en todos los comicios municipales, e IU porque por primera vez en la historia democrática egabrense se queda sin representación municipal. Lo más sorprendente de todo es que, a estas alturas, solo IU ha hecho públicas sus consideraciones sobre los resultados, o al menos son las únicas que he visto publicadas, cuando los ciudadanos agradeceríamos escuchar los planteamientos de cada grupo el día después, puesto que durante la campaña tanto nos han hablado de nuestro papel y de la necesidad de establecer vínculos entre las organizaciones políticas y los electores. Y sobre todo, al igual que ya comenté en otro lugar en relación con las autonómicas, pienso que todos deberían (deberíamos) estar preocupados por unos índices de abstención que superan el 30%, y sin embargo sobre esa cuestión se construye un muro de silencio que oculta una realidad inquietante.
El PP ha hecho una campaña centrada en la figura de su alcalde, lo cual es lógico, dada la buena imagen del candidato y su conexión con los sectores jóvenes de la ciudad. Se ha difundido la eficacia en la gestión, incluso de aquello que es obvio que entra dentro de las funciones propias de un equipo de gobierno. Al final del mandato ha jugado un papel significativo, no tanto para la victoria, pero sí para conseguir esa amplia mayoría, la inauguración del parque infantil conocido como “Ciudad de los niños” (supongo que también de las niñas), porque ha contribuido a una idea que en Cabra ha funcionado desde un punto de vista sociológico en muchas ocasiones, nuestra diferencia con otros pueblos al tener aquello de lo que los demás carecen: el Instituto, el Banco de España, el Parque sindical, el Hospital…, se trata de una constante histórica del periodo contemporáneo y que presenta una singularidad de esta localidad, que así se imagina distinta a las demás, e incluso para una parte de la población es prueba de una cierta superioridad, aunque cuando esto lo analizamos con otros datos de carácter socioeconómico vemos que es mucho más aparente y superficial que real.
El PSOE sigue con un problema que no ha sabido, o no ha podido, resolver desde 1991, cuando dejó de encabezar su candidatura Juan Muñoz. Y es que no ha encontrado el candidato adecuado no tanto para recuperar la alcaldía (eso lo hizo en 2007), sino para generar un apoyo mayoritario entre los votantes, lo cual ha dado lugar a que el votante egabrense, en un elevado porcentaje, mantenga un comportamiento dual, es decir, apoya a los socialistas en las autonómicas o en las generales, pero se deja llevar por la figura de otro partido, sea José Calvo o ahora Fernando Priego, en las locales, donde como es bien conocido el papel de la persona, del individuo que encabeza la lista, puede ser factor clave para la obtención de unos votos fundamentales para la consecución de la mayoría.
El PA entonó su canto del cisne en 2011, y ello le permitió entrar en el gobierno municipal. Al menos en los ámbitos de los que tengo más información directa, como cultura o educación, ha hecho una buena gestión, pero no ha sido suficiente para contrarrestar la fuerza del partido con el que estaba coaligado, que se ha llevado los frutos de ese trabajo. Por otro lado, no podemos olvidar que se trata de un partido en retroceso en el ámbito andaluz, que es extraparlamentario y en consecuencia era cuestión de tiempo que en Cabra perdiera esa posición que hasta el momento había tenido.
Y en cuanto a IU, ha sufrido las consecuencias de sus crisis internas en el ámbito local, así como la falta de claridad en el regional o el nacional, donde ya los votantes de esa formación no saben si deben apoyar a otra cuya denominación sea una primera persona del plural de algún tiempo verbal o una frase construida sobre la ilusión de conseguir algo concreto para la ciudad o región correspondiente. A título personal, por mi relación con militantes históricos del PC egabrense en los años finales del franquismo y en la Transición, lamento que esta fuerza no esté presente en los plenos a partir de ahora.
Se inicia, pues, una nueva legislatura con mayoría absoluta, pero donde encontraremos una mayoría diferente en la Diputación provincial y en la Junta de Andalucía, y a la espera de lo que ocurra en las elecciones generales. Por ahora, ya circula por Cabra el chiste de que Fernando Priego va a ser el alcalde al que menos le dure la vara, porque cuando tome posesión el día 13, a las pocas horas, se la va a entregar a la virgen de la Sierra, a cuya cofradía ya le entregó algo más sustantivo, 18.000 euros, para el paseo de la imagen por varios pueblos y por la capital. Esto me lleva a considerar que no se cumplirá mi expectativa del artículo anterior acerca del cumplimiento de la aconfesionalidad del Estado. Claro que tampoco tengo demasiadas esperanzas en que se solucione el problema del ruido.
Por último, he leído que esta mayoría absoluta es la que ha cosechado mayor número de votos en la historia electoral egabrense. Es cierto en términos absolutos, pero no en los relativos, como se pude observar en el cuadro adjunto con tres mayoría absolutas de nuestro municipio, donde se comprueba que Juan Muñoz, en 1983, con el mismo número de concejales logró el mejor porcentaje de votos, con un censo electoral que entonces era muy inferior al actual. Y en 1995, con un total de votos casi idéntico al obtenido por Fernando Priego, José Calvo consiguió un concejal menos y un porcentaje mucho más bajo.
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