“Hasta cuando, Catilina, abusarás de nuestra paciencia”
Cicerón
Esto es lo que me pregunto una y otra vez a la vista de los hechos que se repiten con inusitada contumacia y que reflejan una secuencia de actos y actitudes de dudosa moralidad sino de total ausencia de la misma en nuestra denominada “clase política”. La desconexión existente entre la sociedad civil y la sociedad política se va, poco a poco, peligrosamente acercando a su total ausencia.
Se ha exigido al contribuyente un esfuerzo extraordinario para superar una crisis que, cada día que pasa, se hace más evidente la notable contribución que ha tenido en su causa el desmesurado afán de unos personajes sin atisbo de moral, cuyo único interés era amasar fortunas para las que necesitarían mas de una vida para poder gastarla; mientras, el común de los mortales ve como su poder adquisitivo va menguando con el paso de los meses, año tras año y su calidad de vida disminuye en la misma proporción que sus ingresos al tiempo que la seguridad en el mantenimiento de su puesto de trabajo brilla por su ausencia.
A la par que se producen estos acontecimientos en la sociedad civil, la sociedad política vive en un limbo que poco tiene que ver con la realidad. Los partidos políticos imponen su férrea disciplina hasta un punto tal, que importan más los intereses partidistas que dar respuesta a las necesidades de la sociedad a la que se pretende servir.
Todo esto, nos ha llevado a vivir un momento de enorme interés, pues los resultados que se han producido en países con democracias añejas y avanzadas no dejan de ser la respuesta del ciudadano al enorme hartazgo que está viviendo ante la actitud de la clase política al uso.
Con todo ello, no dejo de cuestionarme: ¿Qué nos depara el futuro? Y mi respuesta es que, desde mi modesto punto de vista, puede pasar cualquier cosa, porque ningún partido está dispuesto a depurar su estructura y organización, porque se empecinan en ver la paja en el partido ajeno mientras ignoran la viga en el propio, porque siguen priorizando el poder sobre la necesidad, porque siguen sin dar respuesta a las demandas de la sociedad civil, porque seguimos viendo la que podríamos denominar “escraches parlamentarios” en los debates y controles al gobierno/gobiernos de turno, porque predomina el “... y tú más” en lugar de tomar medidas drásticas, aunque sean dolorosas, que pongan de manifiesto el deseo de servir y ejemplarizar en lugar de ocultarlo debajo de la alfombra.
Estamos llegando a un nivel de aburrimiento tal que cualquier cosa puede pasar, y desde luego, no se podrán aplicar las técnicas habituales de intención de voto, porque sociológicamente vivimos un “tiempo diferente”.
Ustedes verán, queridos políticos.