Muchos pensamos que la Transición no fue más que una transacción (quizás lo mejor que se pudo hacer entonces) donde no hubo ruptura democrática y sí adaptación suave y sin rupturas del tardofranquismo a los nuevos aires que se querían respirar (Comunidad Económica Europea y OTAN).
Oligarquías intactas (nacidas del Instituto Nacional de Industria), judicatura intacta (Tribunal de Orden Público por Audiencia Nacional), fuerzas de Orden Público intactas (La Político-Social por los GAL), políticos del Movimiento por "demócratas de toda la vida", concordato de la Santa Sede con el estado español (que hace de la Iglesia española la más privilegiada de Europa en la actualidad)...y un largo etcétera lleno de símbolos (calles, valles de los caídos, fundaciones Franco...) es una herencia nada oculta (y que no por cotidiana es menos lacerante).
Ello explica que no se haya procurado Verdad, Reparación y Justicia para con las víctimas del franquismo (y que los torturadores confesos fueran ascendidos con medalla), que los Pactos de la Moncloa inaugurasen la "paz social" a costa de los trabajadores (bajadas de sueldo, precariedades, desmovilización) y gracias a un sindicalismo transformado en burocrático (que calmó las grandes y continuas movilizaciones que procuraron no obstante, forzándolos, los cambios más progresistas de la llamada Transición), que la visión de España siga siendo la de “la unidad de destino en lo universal" (nacionalidades de la Constitución distantes), que la impunidad de la corrupción actual sea la impunidad de la corrupción estructural franquista (y que se vea como normal)... o que la Justicia busque más la Venganza que hacer justicia.
Al hilo de esto último (Ley Antiterrorista y Ley Mordaza mediante) parece inconcebible (si no se advierte de dónde venimos) la poca cautela, ecuanimidad y proporcionalidad en relación con los acusados por los hechos de Alsasua, donde no hay presunción de inocencia y sí detenciones sin citación judicial, sin derecho al juez natural y, como han señalado reputados juristas, sin las garantías procesales (derecho a la defensa, individualización de las responsabilidades, interpretaciones no extensivas, proporcionalidad, no arbitrariedad), con una calificación judicial de los hechos como delito de terrorismo que es claramente desproporcionada (los primeros informes policiales, redactados por la Policía Foral y la Guardia Civil, contradicen y rechazan la calificación de los hechos como delito de terrorismo).
Algunos, imbuidos más por la venganza que por la justicia (o por el sobredimensionamiento mediático) se alegrarán de la petición del Fiscal: 375 años de prisión para los ocho acusados de la agresión (cuando sólo hubo lesiones), sin advertir que con ello perdemos tod@s...empezando por la imagen de la Guardia Civil.
¡QUE SE LES JUZGUEN POR LO QUE HICIERON: UNA REYERTA NOCTURA (de madrugada) EN UN BAR DE COPAS! (incluso con los agravantes que se quieran, pero proporcionados, por ser los agredidos guardias civiles de paisanos y fuera de servicio) ¡Y que se deje de utilizar la palabra terrorismo en vano!.
HACER MENCIÓN, COMO HACE LA ACUSACIÓN DE LA FISCALÍA, A LOS ODIOS QUE DURANTE AÑOS INCULCÓ HACIA LA GUARDIA CIVIL EL INDEPENDENTISMO VIOLENTO VASCO para justificar la acusación de terrorismo, SIN SEÑALAR AL MISMO TIEMPO LO CONTRARIO (el odio que se inculcó a los aparatos del Estado hacia todo independentista o desafecto al régimen), PARECE UNA SECUENCIA SACADA DE UN JUICIO SUMARÍSIMO DE LOS DE FRANCO Y UN MOTIVO PARA RECORDAR TAMBIÉN LOS EPISODIOS MÁS QUE NEGROS DE LA GUARDIA CIVIL A LO LARGO DE SU HISTORIA.
POR ESE MOTIVO, POR EL BIEN DE TOD@S Y EL DE LA GUARDIA CIVIL (y de los luminosos momentos de su historia) , BUSQUEMOS LA JUSTICIA Y NO LA VENGANZA, LA PROPORCIÓN Y NO LA DESMESURA VERGONZANTE...Y QUE PAGUEN LOS DE ALSASUA (¡Claro que sí!) POR EL COMPORTAMIENTO DELICTIVO QUE TUVIERON (como pudiera pagar un hooligan, un agresor racista o un miembro de las Fuerzas de Seguridad acusado de abuso de autoridad) PERO NO POR MÁS.