Cuesta trabajo guardar silencio cuando una persona que se dedica a la formación y educación de los jóvenes tiene que ver espectáculos tan bochornosos como los que se han vivido hoy en el Congreso de los Diputados, y luego en su aula tiene que tratar de explicar que la buena convivencia es el pilar fundamental para que cualquier órgano colectivo funcione. Y cuesta callar porque los jóvenes a lo mejor no ven los telediarios, pero a través de su móvil y de las redes y chat se enteran también de los sucesos, y si nuestros representantes se muestran así cómo no se van a mostrar ellos durante una clase.
Esta casta política que nos ha tocado padecer (y que son todos la misma) nos ponen muy difícil el trabajo a los docentes con su “ejemplar” comportamiento. Una vez más el Rufián de los rufianes, el macarra independentista que se ríe de las mujeres diputadas y las provoca con guiños ha dado la nota en el Parlamento español insultando a diestro y siniestro. Y si eso fuera poco, su compi de partido, otro asqueroso rufián con cara de corderito, le escupe al Ministro de Asuntos Exteriores, Borrell. No es vergüenza ajena lo que siento, es la indignación por ver hasta dónde hemos llegado. Y lo peor es que el presidente del gobierno, el postizo, no se ha manifestado abiertamente condenando lo ocurrido, hasta ahí llegan las pleitesías a las que se ve obligado para mantenerse en el cargo, y encima dice que la culpa de lo ocurrido la tenemos todos.
Pues no señor Sánchez, todos no, no es no, la tendrá usted y los que se rinden a los independentistas catalanes de ERC, ¿dónde va usted a echar culpas a quienes no las tienen? Basta ya, hasta aquí hemos llegado, este señor, al que respeto como presidente del gobierno de mi país, tiene que convocar elecciones urgentemente porque ha perdido toda credibilidad, hasta en su mismo partido ya se alzan voces en este sentido, y no son sólo las susanistas.
Sánchez navega sin brújula empujado por los vientos sin destino fijo. Da pena ver cómo día tras día se contradice él y su corte de ministros y ministras. Antes decía A y ahora dice B, pero no es que haya cambiado de opinión, no, es que antes era Pedro Sánchez y ahora es el presidente del gobierno, y se quedan tan anchos con esa explicación. Vergonzoso, no tiene otra palabra, y si la tiene me la reservo.
Su empecinamiento en aferrarse al cargo agarrado a gentuza como Rufián está provocando que el clima político sea cada vez más irrespirable. Hemos visto imágenes de otros parlamentos en los que los diputados se pegaban puñetazos brutalmente, y siempre hemos pensado que esas gentes son unos incivilizados y que no entienden lo que es la democracia, no como nuestros diputados que tienen un comportamiento más o menos correcto… Que tenga cuidado Sánchez porque puede pasar a la historia como el presidente que provocó altercados gravísimos en el Congreso. Y lo digo claro y alto, menos mal que Ana Pastor sabe estar en su sitio como presidenta del Congreso y no se amilana ante los rufianes canallas.
A partir de mañana, si un alumno me dice que otro le ha escupido qué le tengo que decir, ¿que la culpa es de todos? Y si se insultan, ¿lo mismo, no? Esa es la convivencia al estilo del presidente de nuestro gobierno. ¿Qué pensarán los jóvenes cuando vean lo de hoy? ¿Les terminará asqueando la política tanto que ni piensen en votar? ¿Querrán ser rufianes pendencieros o sanchistas doblegados?
Hoy puede ser un mal día, plantéeselo así señor Sánchez, un mal día para la educación en España, y usted, y los rufianes a los que les debe estar en la poltrona, pueden marcar un antes y un después en el Congreso. Lo único que me calmaría un poco es que mañana, por fin, convocara elecciones y diera aire a la política española y voto a los ciudadanos, para ver si quieren que usted siga. Por mi parte, visto lo visto, ya le digo que no quiero, y no es no.