Los Saduceos pertenecieron a una secta religiosa que se remontaba al tiempo de los Macabeos, es decir, al año 300 a.C., cuando el cautiverio del pueblo judío en Babilonia, cuyo fundador parece ser que fue un tal Sadoc que en hebreo significa “justicia”, “rectitud”, por lo que a sus seguidores se les puede aplicar la denominación de justos, o rectos.
Eran expertos en el lenguaje, en la dialéctica y en el enredo. De la misma manera eran avezados polemistas, y destacados en los trampantojos.
Esta corriente de pensamiento se encuentra hoy día entre nosotros y preconiza que la reducción de la felicidad se circunscribe solamente a lo terrenal, y de esta a la política que llega a su cima con el cambio político que debe de ser revolucionario y marxista para poder ser humano, que era lo que ellos propugnaban.
Es lo que pretende Pablo Iglesias, a pesar de haber jurado la constitución y fidelidad al Rey de España.
Quién nos iba a decir a los españoles que nuestro Presidente del Gobierno, posiblemente, sin saberlo, ya que no creo que sus alcances lleguen a tanto, es un saduceo.
Vamos a ver, me explico: se conoce como trampa saducea a la pregunta capciosa que se plantea con ánimo de comprometer al interlocutor, ya que cualquier respuesta que dé puede ser malinterpretada o considerada adversa, con lo que se pone en un compromiso ineluctable a quien se le plantea.
Loa Evangelios nos refieren varios casos de este tipo, cuando los saduceos le preguntaron a Jesús que, si una mujer tiene siete esposos, en la resurrección (en la que no creían. Falacia saducea) cuál sería su marido. También le inquirieron de la siguiente manera: Si era lícito cumplir el mandato de Moisés de lapidar a la adultera, o si era legítimo pagar impuestos a los romanos.
Estas cuestiones eran comprometidas, cualquiera que fuese la respuesta. No entraremos en las contestaciones de Jesús, pues solo nos interesa demostrar que Pedro Sánchez, como Presidente de nuestro Gobierno, actúa como un saduceo, ¿por qué? Porque en su inmensa egolatría narcisista pretende hacer una mala copia de los “Pactos de la Moncloa”, cosa de todo punto imposible, ya que los políticos actuales que le sustentan en el poder no tienen ni la altura de miras ni la capacidad de renuncia a sus postulados maximalistas que tuvieron los que llevaron a cabo los mencionados compromisos. ¿Renunciará Pablo Iglesias a su última tendencia de convertir a España en una república en la que impere el comunismo? No hay quien se lo crea. ¿Abandonarán los independentistas catalanes la morralla de su deseo de independencia? Iluso quien así piense.
Contando con estos mimbres, no se puede confeccionar un cesto, pero la astucia de Pedro Sánchez, que es un artero, le ha impulsado a convocar a los partidos de la Oposición a celebrar unas conversaciones para conseguir unos pactos a fin de salir del atolladero en el que se encuentra.
Aquí está la trampa. Si acuden y no se pliegan a sus exigencias los culpará de que no colaboran para solucionar los graves problemas que nos aquejan, pero, si asisten, los hará responsables por poner impedimentos a su gestión (desastrosa).