El último párrafo del primer artículo de la Constitución de 1931 decía: “La bandera de la República española es roja, amarilla y morada”. En la Constitución de 1978, su art. 4 describe la bandera española en su primer párrafo y en el segundo establece la posibilidad de que haya banderas y enseñas en las Comunidades Autónomas, con la salvedad de que en edificios públicos y actos oficiales deberán ir acompañadas por la primera. Son las dos únicas constituciones de nuestra historia donde se recogen las características de ese símbolo de un país que es su bandera.
Rafael Maluenda, viceportavoz del PP en las Cortes valencianas, ha exculpado a los miembros de su organización juvenil por aparecer en fotografías con símbolos fascistas, al tiempo que ha hablado de “banderas trasnochadas”, y en concreto se ha referido a la bandera republicana como “rancia e inconstitucional”. En una biografía que acabo de leer sobre Hannah Arendt, se relata cómo les recordaba con frecuencia a sus alumnos que la ignorancia tiene remedio pero no la estupidez (un principio de origen kantiano). A mí me gustaría pensar que el caso del dirigente popular es lo primero y no lo segundo.
Me explico. El art. 16.1 de nuestra Constitución garantiza la libertad ideológica, “sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”. Esto significa que cualquier español se puede definir como republicano, puede portar las enseñas y símbolos con los que se identifica su ideología, siempre y cuando no atente contra los derechos de los demás ciudadanos. Como es obvio, lo que no se puede hacer es utilizar la bandera republicana en un acto oficial, o colocarla en un edificio público, eso sería una ilegalidad, pero la bandera en sí no es inconstitucional, lo que ocurre es que no puede ser considerada como oficial.
La bandera republicana representa, en nuestra historia, la referencia a la primera experiencia democrática que tuvimos los españoles. La diferencia con los símbolos y banderas con los que se fotografían los jóvenes de Nuevas Generaciones reside en que son representación de todo lo contrario, de los mayores ataques que la democracia experimentó en el siglo XX, por ello no puede ser equiparable portar una bandera con la cruz gamada o con otro símbolo fascista, o franquista, que una bandera tricolor republicana.
En cuanto a que dicha bandera sea rancia o trasnochada es una opinión poco fundada, por cuanto la ideología republicana, y más en concreto algunas formas de republicanismo, no tienen nada de rancio ni de trasnochado. Y a quienes estamos en esa órbita ideológica lo que nos preocupa es que en el PP haya dirigentes que emitan esas opiniones con tal falta de rigor, y que además ignoren el contenido de nuestro texto constitucional, porque la imagen que ofrecen es la de una derecha, esta sí rancia, que aún no ha sido capaz de asimilar la esencia y los principios de un régimen democrático.
Por otra parte, no deja de ser negativo que entre sus jóvenes militantes cunda la proximidad hacia ideologías que nos proponían ir por rutas imperiales caminando hacia Dios, eso sí, por las montañas nevadas y con las banderas al viento. Jorge Luis Borges decía que siempre soñaba con laberintos o con espejos. Quizás algunos dirigentes del PP, al ver a esos jóvenes, sientan que es como si se miraran en un espejo, y como recogió Borges en uno de sus poemas, teman que el espejo encierre el verdadero rostro de su alma.
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No cabe duda de que la
No cabe duda de que la bandera republicana ha contribuido, grandemente, a abrir otra vez la brecha entre españoles, de algún modo usted o admite. No creo que sea buena idea andar por "las montañas nevadas y con la bandera (republicana) al viento".
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